Restaurante del coqueto hotel Gran Claustre situado en la más que encantadora Altafulla. El restaurante apunta maneras aunque a mi juicio hay cosas que mejorar. Los platos son elaborados, muy originales y deliciosos. Comimos a la carta (corta) aunque me arrepentí de no haber probado el menú degustación (2 entrantes, 1 pescado, 1 carne, 2 postres por 45 € pp) La ensalada de espuma de parmesano no me convenció demasiado (un poco empalagosa a mi parecer) pero en los segundos y postres el nivel subió y bastante. Se agradecen los entretenimientos que ofrecen como el chupito de pa amb tomaquet y fuet, o la crema de calabaza con mató y sobrasada. Los entretenimientos de los postres tambien los encontré deliciosos. La carta de vinos normal y un poquito cara. El inconvenient más grande: aunque éramos dos parecía que cenábamos en grupo. Mesas excesivamente juntas y sensación de cerrado. En un primer momento esto me decepcionó bastante aunque luego la comida y el vino enmascararon un poco esta incomodidad. Volveré pero cuando hayan ampliado el rte. [48 € pp. aparte vino y cafés] Por cierto añadir que el chef del restaurante es Iban Tomàs amigo de Jordi Vilà de Alkimia.
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