Una casa de comidas gallega, que tiene como mejor atractivo su menú todos

Una casa de comidas gallega, que tiene como mejor atractivo su menú todos los días (que ya es algo raro) a un precio insuperable (9.50 €). El lugar está decorado de forma natural, muy luminoso al dominar los tonos blancos y azules, hay detalles que te hacen recordar otros tiempos, y lo bueno es que cuenta con varios comedores, así que si está lleno te puedes pasar a otro. Lo que deja que desear es el servicio de sala, poco profesional. En cuanto a la comida, la del menú no es nada del otro mundo, ensalada pequeña, carnes típicas y el postre no es casero, a juzgar por lo reseca de la torta de santiago. El vino encima no era el Ribeira Sacra, sino uno de mesa, Mar de Rande, bastante malo. En la carta sí se observa un mayor cuidado, con platos típicos gallegos, lo que salía en otras mesas tenía muy buena pinta. La carta de vinos es breve pero cuenta con gallegos de las principales zonas, y a unos precios muy buenos. Es un sitio para comer de diario, no para pegarse un festín.

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