El equipo de cocina, capitaneado por Pere Codina ofrece recetas nuevas y originales pero siempre con la premisa de la calidad. Este restaurante, que engaña por su pequeña entrada dispone de un amplio salón y varias salas privadas. La decoración se centra fundamentalmente en unas originales lámparas que decoran todo el salón, le dan un toque diferente. Las diferentes exposiciones de cuadros y fotos completan el ambiente.

Su cocina es fundamentalmente de mercado y renuevan la carta cada tres meses para ofrecerte los mejores ingredientes de cada temporada. Destacan el Hatillo de gírgolas, puerros y gambas en su salsa o el Flan de berenjenas con salsa de pimientos rojos y aceite de anchoas. El Guisado de calamares con patatitas y frutos secos o el Solomillo de buey con salsa de hígado de pato son impresionantes.

NOTA: al mediodía SÓLO sirven el menú de la casa de 8.00 euros

Y el periplo continua. Ayer le tocó a este clásico del carrer Laforja. Tiene cierto encanto la decoración, luz suficiente, mesas algo justas de espacio, servicio atento de la mestressa. Hay unos menus con diferentes combinaciones posibles. La comida es correcta, el provolone justito no entusiasma, la lubina bien. La carta de vinos escueta aunque con alguna propuesta interesante como el Merlot de Mas Comtal rosado, el Abadia no estaba temperado, los vasos inadecuados para el vino (son tipo zurito). Para mi lo mejor, el Tiramisu. Salimos con las dos botellas, menu, carajas y "chupitakis" por 30 EUR. A por otra cosa.