Llegamos a este restaurante al no poder conseguir mesa en el Mesón Casas

Llegamos a este restaurante al no poder conseguir mesa en el Mesón Casas Colgadas y creo que valió la pena.
Parece mentira que en este local, con unas instalaciones un tanto añejas, pero en un bello entorno, se esconda una cocina de tan moderna. Combinan la cocina tradicional conquense con algunos toques de autor, todo muy bien presentado y con muy buen gusto. Destacaría la menestra de verduras de la huerta, la copita de ajoarriero con albaricoque, además de los platos de caza, y los postres (ojo al helado de naranja con lagrimas de chocolate una de los postres más bellos que he visto, una autentica obra de arte).
Posibilidad de pedir medias raciones en las entradas
Carta de vinos suficiente y servicio correcto.
Precio medio 35€.
De lo más recomendable

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