En un marco incomparable como es el Hotel Gvadalpin Marbella se encuentra

En un marco incomparable como es el Hotel Gvadalpin Marbella se encuentra este restaurante. Excelente decoración, el suelo de moqueta precioso, mesas muy espaciadas... en fin, todo lo deseable a priori en un buen restaurante. En lo referente a la comida, tomamos un menú corto, pues era el único de los varios ofrecidos de degustación que estaba disponible. Excelentes los snacks de aperitivo y una tapa de lubina con crema de guiso y germinados. Seguidamente un canelón de foie caramelizado con quinoa y helado de higo seco, una lubina con calçots y una pieza de ternera con verduras, setas y trinxat. El postre, una orgía de contrastes: piña, menta, maracuyá y sopa de azúcar molasses. Nos brindaron una copa de Moët Chandon Brut Millesimé como aperitivo. Después tomamos un Enrique Mendoza Shiraz 2002 servido a temperatura perfecta y en unas copas Zweisel magníficas. Con el postre nos pusieron una copita de Casta Diva Cosecha Miel 2004 que, al igual que el champagne, no nos cobraron (buen detalle ;)). Los petit fours, excelentes, como los snacks y los panes, mínimo ocho distintos y de muy buena calidad la mayoría. El servicio muy atento y sin agobios, todo servido a un ritmo magnífico. Por poner algún pero... el precio de los vinos estaba bastante subidito, más del doble que en tienda; por poner un ejemplo, el EM Shiraz 35 € y un AN 2001 70 €. Pero esto se ve paliado por el resto de buenos detalles del conjunto. Pagamos 170 € por todo. Muy recomendable y romántico.

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