Realmente no entiendo como este restaurante puede tener tantas malas

Realmente no entiendo como este restaurante puede tener tantas malas opiniones. Tercera visita y tercer 10.
El restaurante es muy bonito, estilo minimalista pero donde te sientes muy cómodo, cosa que viene siendo cada vez más difícil en los restaurantes de este estilo. Esto lo consiguen con una iluminación perfecta, así como con una más que correcta distancia y orientación de las mesas, además de tener varias estacias. El único adorno es un olivo en el centro del comedor y tiene la cocina perfectamente visible mediante una cristalera.
El servicio perfecto, tanto el del vino, como el resto. Con un ritmo constante, sin pausas, pero sin prisas. Camareros profesionales, quitando quizás a alguna que parecía llevaba pocos dias.
En cuanto a la comida, esta vez nos decantamos por el menú Juan Pablo con una selección de vinos. Un menú que consta de varios snacks, 1 coctel (reinventando los clásicos cocteles, esta vez nos tocó un mojito, excelente), 3 tapas, 5 platos, 1 plato de quesos, 2 postres, y los petit fours. A destacar el perfecto Risotto de hongos, el tiernísimo Lomo de Buey al vino tinto, los Chipirones de Potera con toffe de vermouth o el Helado crujiente de fresa.
Todo regado por una excelente selección de vinos en copas Riedel, siempre correctamente explicada por el somellier: Reserva Real Cava, Manzanilla Pasada Pastrana, Fray German 2005, Creu de Lavit 2005, Grego 2005, Valdubón crianza 2003, Chateau de Passavant 2004 y Don P.X. 2004 Montilla.

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