De la Huerta al Cielo

Comparto con vosotros este comentario con los sabores de huerta y mar todavía presentes en mente y boca, aunque hace casi un día que disfruté de ellos. Sabores que me recuerdan a las vacaciones siendo niño, también en la Comunidad Valenciana, aunque bastante más al sur. A pesar de estos gratísimos recuerdos intentaré continuar con la mala costumbre de ser lo más ecuánime posible.
El trayecto desde la costa, tortuoso a veces, se compensaba con un bonito paisaje que nos llevó a este local impecable, de decoración moderna pero sobria, con grandes detalles en los reservados que se adivinaban desde fuera.
Mesas bien vestidas y separadas, tejidos, vajilla, cubiertos y cristal de calidad, Schott.
Fuimos atendidos en todo momento con una amabilidad y cercanía dignas del mejor anfitrión.
Para abrir boca, una copa de Cava Anna Codorniu y almendras fritas. Pan tostado con tomate riquísimo, y aceite para coronar.
Después de una grata explicación de Angela acerca de menús y carta, nos decidimos por el menú gastronómico para los dos adultos y un arroz para la peque.
Comenzamos con dos aperitivos que tuvieron el gran detalle de servir también a la niña:
- Gazpacho de pepino, cumpliendo su función, refrescante.
- Flor de calabacín rellena de queso. Crujiente y suave.
Probamos el arroz de la niña, que se pidió solo con carne, presentado en paella individual y servido a plato, excelente, sabores de la memoria.
A continuación, seis entradas para continuar la fiesta:
- Tomate de penjar y sardina de bota, se debe probar al menos una vez en la vida...
- Coca con jurel y verduritas. Gran punto del pescado, bien acompañado.
- Pulpito confitado. Suave y en su punto.
- Crema de puerros con perdiz escabechada. Caldo ligero y ave tierna con sutil toque ácido, gran conjunción.
- Caldo de pepino con almeja y mejillones. Buen género y textura, algo falto de armonía, para mi gusto.
- Guiso de sepia con su tinta y patata. Reconfortante. Patata para recordar.
A continuación los dos principales, que fue de agradecer se sirvieran en raciones escuetas:
- Merluza con sopa de ajos, algas y navaja. Conjunto espectacular, aunque he de decir que para mí la navaja resultaba algo tiesa. Esta es la mejor merluza que haya probado nunca, y ya son unos añitos con hobbies gastronómicos.
- Lomito de cordero, tierno, la piel con algún tipo de caramelizado, contraste acertado y conjunto conseguido.
Terminamos con prepostre y postre, en línea con la excelencia anterior:
- Sorbete de naranja, delicioso, los pequeños cristales del hielo confundiéndose con la pulpa y, según mi mujer, con un fino rallado de su piel. sabor memorable.
- Tartita de calabaza y tocino de cielo. Tartita muy fina y tocino, pues eso, que llegas al cielo...
Con los cafés, que son mejorables, nos obsequiaron con un bizcocho delicioso, "coca mal feta", hecha por la Abuela, según nos comentó Angela.
Para la niña, postre de mouse de chocolate blanco y helado de turrón, muy buenos ambos.
No llegamos a ver la carta de vinos, al pedir algún blanco nos ofrecieron un Valdeorras, un Ribeiro o un Chablis. Nos decidimos por éste último, Billaud Simon 2010, que acompañó la comida a la perfección.
En el precio descuento del total pagado (152.92 €)la parte de la niña (arroz y postre) y divido entre los dos adultos.
Al final, charla con Miguel, como no, de temas culinarios, con la firme promesa de volver a visitar este enclave que te lleva de la huerta al (tocinillo de) cielo.
Gracias de corazón a los foreros que nos descubren estos lugares, y especiales a Javier, abrazos para todos.