Acudimos al restaurante orientados por las guías Repsol y Metrópoli, que le dan una valoración alta y muy alta en comparación con los restaurantes referencia para nosotros. El local está situado en una calle perpendicular a la Gran Vía, no tiene parking propio ni aparcacoches, si bien hay aparcamientos públicos a 100 metros a la redonda.
El ambiente es puro de tasca: local interior tipo bodega, con mesas pequeñas montadas sin mantel y personal poco profesional no uniformado.
La carta no es facilitada, el chef y propietario da razón de los productos que dispone y sobre eso se selecciona: ensaladilla rusa(aceptable),anchoas(notable pero escasas), carpaccio de gambas(no aporta nada), callos(aprobado sin más y súper condimentados), atún a la plancha(de calidad pero escaso), hamburguesa de ternera y foie(lo mejor de la cena, pero no sobresaliente) y de postre dos sugerencias aceptables tanto el tocinillo como la torrija.
De vino elegimos un Mauro 2009, lo mejor calidad preció de una carta de vinos mediocre.
En definitiva 185€ por una cocina aceptable pero en ningún caso destacable, en un marco deficiente y con un tratamiento de tasca.
No entiendo a Ansón, Imelda, Point, Belver y demás...les diría decenas de restaurantes de más nivel y mejor calidad precio.
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