KAIA, Sinfonía gastronómica frente al Cantábrico.

Entramos en la preciosa villa marinera de Guetaria para disfrutar de la cocina del Restaurante Kaia, un restaurante familiar con excelente producto, técnica y bodega. La expectación es tan intensa que nos sentimos como un melómano camino de la Staatsoper de Viena para disfrutar en directo del Concierto de Año Nuevo.

Antes de comer nos invita Igor, el propietario, a conocer la bodega. Al entrar nos quedamos enmudecidos, cuando contemplamos más de 1.000 referencias, 100 de ellas de Champagne mas una colección privada de otras 4.000 botellas. Pero si ésta bodega es espectacular, el precio que marcan en la carta es increíble… no hemos visto una carta con los precios más módicos en nuestra vida.

Sin dudarlo escogemos un champagne para empezar, un Jacques Selosse Initiale, el único espumoso francés que se realiza mediante soleras. Mientras abrimos la botella y lo catamos nos ponen unas suaves anchoas de la zona.

El entorno, lo que tenemos ya en la mesa y lo que vemos en las mesas más próximas nos aseguran que vamos a ser testigos de una gran obra, de una autentica sinfonía gastronómica. Cuando llega Igor a preguntarnos por el menú dejamos que sea él, como si se tratase del mismo von Karajan quien dirija la sinfónica.

Empezamos con unas Cocochas de Merluza Rebozadas de tal finura y elegancia que nos recordó al pianista Yundi Li interpretando el Nocturno 9 No. 2 de Chopin. Cocochas e interpretación, puro delicatessen.

La misma sensación obtuvimos con las Cocochas en Salsa Verde con su gelatina ligada con maestría.

El siguiente pase fue unos Hongos con Puré de Patata y Yema de Caserío. Muy propios de este mes de Noviembre, y como es una semana donde el invierno se apodera del tiempo, la inspiración del plato nos llevo a los brazos de Vivaldi. La gran cocina del Kaia nos estaba inspirando con su elegante y delicada sencillez a uno de los grandes violinistas Itzhak Perlman, que lo más difícil lo hace sencillo.

Escuchábamos el rumor del mar, por lo que nos decantamos por una de sus estrellas, el Besugo a la Brasa con ajito y guindilla. Un Rioja Imperial de 1970 fue el compañero de baile. La calidad del producto y la delicadeza del refrito se nos personificaron en nuestra memoria como Margot Fonteyn. El vino aun con el paso de los tiempos estaba potente, altivo y cautivador, rápidamente lo personificamos en la figura de Rudolf Nureyev. Con los sabores en el paladar, en nuestra mente empezó a sonar los compases del Lago de los Cisnes del maestro Tchaikovsky con la actuación de esta pareja mítica… arte en estado puro.

De postre fue todo un carrusel:
Empezamos con una crema cuajada de vainilla, memorable
Un helado de queso, muy bueno
Y rematamos con unas torrijas y exquisito helado de café

La satisfacción que teníamos por todo lo disfrutado era tan grande, que nos sentimos llenos de fuerza para conseguir lo imposible, como estar en los coros de la Sinfónica berlinesa mientras nuestro cicerone Igor von Karajan la dirigía en la Novena de Beethoven.

Gracias a todo el equipo de Kaia, por hacernos sentir y soñar… tan alto.

PD Me llevaron invitado, por lo que no puedo decir nada sobre RCP

  • Imperial del 70

    Imperial del 70

  • Besugo

    Besugo

  • Cocochas Sublimes

    Cocochas Sublimes

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