Cuesta un poco encontrar la entrada pero, sin duda alguna, la búsqueda

Cuesta un poco encontrar la entrada pero, sin duda alguna, la búsqueda tiene recompensa. Los entrantes son imaginativos y variados, y los principales, suculentos. Todo está rico: las ensaladas, los caramelos de morcilla, los milhojas de manzana, el solomillo con foie, etc, etc. Y las raciones son muy generosas. ¡A un amigo mío le pusieron un plato de foie fresco del porte de un chuletón!. No lo podíamos creer. Postres, en la misma línea.
Pero lo que más se agradece es el cariño que tienen al Vino. La carta es amplia, interesante, didáctica, y con algunos vinos importantes a muy buen precio. En una ocasión pudimos ver su bodega y disfrutamos de lo lindo entre tanto caldo. Una envidiable combinación de botellas con poderío y de otras más novedosas y pujantes.
Las personas que nos atendieron fueron siempre cordiales, cercanas y muy profesionales, con esa mezcla indefinible que se ve sólo en los mejores restaurantes.
Vayan y aprovechen para beber buen vino…
No sea que se termine.

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