Se ha dicho que es el mejor restaurante de Málaga ciudad, y es posible que

Se ha dicho que es el mejor restaurante de Málaga ciudad, y es posible que así sea. Ya desde la entrada se anuncia algo grande. En la planta baja hay un comedor con unas ocho mesas, y arriba otro, pero me da que el de abajo es mucho mejor con diferencia. Ambiente encantador, mesas separadas, nada de ruido (una plaga en muchos restaurantes, incluso de lujo), un leve hilo musical que no molesta para nada. Las mesas son atendidas por solícitas camareras. En cuanto a la comida, aquí se practica cocina de mercado a rajatabla, hasta el punto de que la carta cambia casi todas las semanas. Me decanté por el menú de mercado, y la verdad es que quedé muy satisfecho: un ajoblanco suavísimo con uvas gelatinizadas; "pan divino" de sardinas con higo chumbo (aquí la fusión no es del todo acertada); pescado de roca con una vinagreta; rabo de toro glaseado, y pastel de chocolate con mandarina. Los aperitivos no son gran cosa, y encima te los cobran luego. A los postres, algunas sorpresitas más. Si comes a la carta, los precios suben bastante (también está el menú técnica del producto, a 67 €; el otro, a 35 €).
La carta de vinos es un libro de un sinfín de referencias, pedí un Taurus ’02 que no estaba mal, y a los postres, un Lustau San Emilio ’02, pelín empalagoso, sí. No vi sumiller, por cierto, y la copas no me parecieron las más adecuadas (a diferencia de Casa Luque). En definitiva, una velada maravillosa.

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