Alumnos belgas

Un intercambio entre escuelas propició que dos chicas belgas hicieran prácticas en este restaurante. Era su primer día según nos indicó el maitre para ponernos sobre aviso de que el servicio podía no ser todo lo deseable para un restaurante de esta categoría, máxime cuando estas camareras no hablaban ni una sola palabra de castellano.
Tomamos una ensalada de patata con carpaccio de langostinos y alioli de eneldo y huevos con croisant y tostadas de bacon y queso.
Los segundos solomillo de cerdo con salsa de frutos rojos y lomos de pescado del dia a la brasa, los lomos estaban completamente crudos y reclamar a las camareras era misión imposible puesto que estaban casi en posición de firme a la espera de recibir órdenes del maitre, por lo que esperamos que apareciera el mismo por la sala, tardó bastante en hacer acto de presencia entre tanto el solomillo ya me lo había terminado para que no se enfriara. En cuanto apareció atendió inmediatamente nuestra reclamación y nos ofreció cambiar el plato por otro cualquiera, mi mujer optó por cambiarlo por otro primero que fue un canelón de tomate relleno de queso fresco y dados de membrillo.
De postre ganache de chocolate blanco, sinceramente lo mejor de la comida.
Una botella de agua incluida en el precio de menú, pedimos un vino de la tierra y el maitre nos aconsejo Petit Ocnos un chardonnay elaborado en Cazalla de la Sierra, el servicio se limitó al descorche y primer servicio
Dos cafés.

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