Descubrimos este restaurante por casualidad en el corazón de la Rambla del

Descubrimos este restaurante por casualidad en el corazón de la Rambla del Raval. Nos llamó la atención su decoración, amalgama de tonos negros y blancos suavizados por unos elegantes claveles rojos. Un servicio muy atento y agradable. La carta de vinos no es muy extensa, aunque se pueden saborear algunos de los mejores vinos españoles, así como descubrir vinitos catalanes que se están abriendo camino en este mundo (agradable descubrimiento). Lo mejor, dejarnos aconsejar por el sumillier, ya que nos llevamos una grata sorpresa. La comida indescriptible. Cocina de vanguardia con unas primeras materias de calidad y sobretodo frescas!!! Cada plato conservaba el sabor original de cada uno de sus componentes…un placer para los sentidos!!! Ofrecen un menú degustación que seguramente no os dejará indiferentes. Aunque cabe decir que es un sitio un poco caro, sin embargo vale la pena!

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