Local muy agradable de estilo rústico. Mantelerías de calidad, copas

Local muy agradable de estilo rústico. Mantelerías de calidad, copas Schott, mesas bien separadas y sillas cómodas.
Tomamos el menú degustación de 56 euros. Primero un aperitivo que la casa que consistía en un vasito de gazpacho, un bocado de hojaldre de boletus y un poquito de paté de conejo, todo riquísimo.
Primero nos trajeron como un maridado de tomate con jamón y un liquido verde que no me enteré bien, pero que a pesar de su sencillez, me pareció toda una experiencia de sabores. Luego fideos negros marineros, con ajoaceite que ni fu ni fa. Redondo de conejo relleno con verduras muy rico. Pez de roca acompañado de setas, insulso, pasado y las setas insípidas y frias. Solomillo al punto, tierno y muy bueno y para terminar, una bandejita con seis taquitos de queso de diferentes zonas de España. Rico pero creo que totalmente fuera del espíritu de lo que es un menú degustación, donde se pretende dar a conocer el buen hacer del cocinero y no el “recopilar” una selección de quesos. Dos postres de helado que me gustaron.
La carta de vinos es impresionante, un libro, y está cara. Tomamos manzanilla Pastrana en los aperitivos y luego un Bembibre 2004 fabuloso que le tuve que decir dos veces a la sumelier/camarera que me lo jarreara ya que el vino lo necesitaba pero ella no estaba muy por la labor de trabajar, malas caras. El vino se sirvió caliente, no se envinaban copas ni nada por el estilo, el servicio a copa correcto. RCP final alta.

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