Buena experiencia

No había acudido al antiguo local. En este el ambiente es acogedor, luz tenue, aunque hay algún problema de sonoridad que dificulta la conversación.
La cristalería es Rona. Al no tomar vino mi acompañante, pedí una copa de tinto de la casa para acompañar el segundo(Emilio Clemente).
De comer: zaaluk (pisto con berenjena) y briouates de queso, crujientes y nada aceitosos. De segundo, un cous-cous de ternera para compartir, sabrosa tanto la carne como la verdura. Postre: flan de queso y té para dos. Con dos botellas de agua y una coca-cola, un total de 48 euros.
Me gustó especialmente la atención por parte del ¿propietario? Atento, amigable y sugiriendo la cantidad adecuada de comida. Recomendable.

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