Cocina marroquí

En el local donde hace unos años disfrutábamos de la cocina de La Llépola, se levanta este restaurante marroquí de excelente atmósfera y decoración sencilla pero muy agradable. Salvo las incomodísimas sillas de madera, se crea un ambiente acogedor y distendido donde disfrutar de una auténtica cocina marroquí.
Sabores muy puros, sin complicaciones ni contrastes arriesgados. Queso de cabra, dátiles, ciruelas, cus cus, ternera y pollo son la base de esta cocina. Buena elaboración y presentación.
Bodega escueta pero muy correcta, con buenas referencias y precios comedidos. Vinos en cava y a buena temperatura, lástima de copas. Escapando del calor escogimos el Pirineos Rosado que maridó a la perfección.
Servicio muy agradable, amigable, poco profesional pero efectivo, siempre pendiente del comensal.
En definitiva, un lugar interesante, donde pasar una velada agradable y que nos acerca a una cocina no muy conocida. Buena RCP

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