Aizian parece mantener en el tiempo una calidad gastronómica sosenida, sin desarrollar, pero sin perder escalones.Varios menus propuestos, uno de ellos de 50 euros con los clásicos de la casa: lumagorri crujiente con huevo, falso rissoto de pulpo, bonito marinado y excelente torrija. Varían algunos ingredientes, las presentaciones, pero manteniendo la esencia de cada plato.Buen servicio, amable , atento. A mí particularmente el restaurante me encanta, con su ambiente neoyorkino, elegante, confortable y sobrio. Mantiene un alto nivel, como siempre en la carta de vinos, aconsejada y administrada con acierto por Delia
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