Restaurante situado en una casa de principios de siglo con un encantador

Restaurante situado en una casa de principios de siglo con un encantador jardín, que abren las noches de verano.Los platos són bastante clasicos y cuidan mucho la metria prima, se tiene de repetir para volver a degustar el sabroso cochinillo al vino rancio, y el soufflé de chocolate , muy ligero ya que está hecho sin harina, nos digeron. El servicio de sala és correcto , y no encontramos tiempos de espera largos. Atención a la selección de puros que es bastante variada y es uno de los puntos que los restaurantes suelen tener abandonados. Volveremos en verano para cenar en el espléndido jardín.

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