Mesas pequeñas, sufrimos el estar sentados en taburetes (todos los demás

Mesas pequeñas, sufrimos el estar sentados en taburetes (todos los demás tenían sillas, menos nosotros y los ubicados en mesitas altas). No hay percheros, y al no haber respaldo, después de idas y venidas de las chaquetas al piso de arriba, cenamos con ellas por servilletas.
Copas mejorables, las cambiaron pero siguieron sin gustarnos. Mantel y servilleta de papel. Carta de vinos con alguna referencia internacional. El primero que pedimos no lo tenían pero el segundo sí, El Angosto, un poco subido de temperatura. El servicio del vino se limita al descorche y dejarlo encima de la mesa.
Buenas tapas (chistorra, huevos rotos con jamón, fundido de boletus, setas con jamón) y segundos (solomillo de buey y de ciervo caramelizado) pero sin acabar de enamorar. En estos últimos, raciones algo escasas, repetición de guarniciones y salieron antes de algún entrante. Camareros amables pero sobrepasados. Buen postre.
Esperaba más, me llevé una pequeña decepción. 27 euros por persona.

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