Para evitar retornos inmerecidos, por eternos, emprendimos viaje a las 13,00 h pensando en comer en la ruta. Casulamente fuimos a parar a Puigreig, y de nuevo casulamente descubrimos que en un rincón de una calle lateral estrecha, cercana a la mayor, había un restaurante que resultó colmar todas nuestras expectativas. Primeros y segundos platos estaban perfectamente equilibrados en calidad y cantidad, existe una rústica y magnificamente bien acondicionada bodega, a la que se puede acceder desde una de las acogedoras salas, y la gama es amplia en variedad de marcas, añadas y calidad de los caldos. Merece la pena tenerlo presente para cenas íntimas, reuniones de amigos y comidas profesionales.
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