Restaurante muy recomendable, ubicado en un semisótano con techos de media bóveda, donde parte de estas salas son bodega.
Cuatro o cinco primeros, y cuatro o cinco segundo, me resultó fascinante el estofado de cola de buey con castañas y cebollitas.cocina muy correcta.
Cuando pides la carta de vinos, Ramón, el hijo, te invita a pasar a la bodega donde te servirán el aperitivillo que te apetezca, mientras, vas escogiendo en vivo y en directo el vino , a mí, Ramón que es el encargado de bodega y no el somelier según él mismo(muchos someliers querrían tener el amor al vino que él expresa),me recomendó un Alba de Bretón del 98, que la verdad, estaba de película, tendré que probar el 95 de "vinos catados" para comparar, pero a mi este 98, insisto, que me supo a gloria, copas riedel a discreción.
Tenía prisa y no tomamos postres pero volveré segurísimo.
30 eu sin vinos y vino a tienda X 1.8 aprox.
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