Conocíamos a Jordi Parramón de su anterior restaurante, y era uno de

Conocíamos a Jordi Parramón de su anterior restaurante, y era uno de nuestros preferidos. Primera visita a esta nueva experiencia, que ya sabíamos que no era lo mismo, y no admite ninguna comparación. El lugar sigue siendo agragable, aunque más informal. Servicio muy atento y cercano. Carta de vinos y copas, sin comentarios, pero tomamos un buen Priorat a temperatura adecuada, que maridó con todo. Los platos son "medias raciones", así que pedimos 5 para 2 personas. Afortunadamente, la comida sigue siendo excelente, con el "toque" de Jordi. Acabamos con 3 postres de buena factura y café. Unos 30 euros por persona, vino aparte. Nostalgia.

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