Un sitio entrañable y muy recomendable.
Cené con mi pareja el pasado sábado en este restaurante francés. Era nuestra segunda visita, un par de años después de la primera, y ,conociendo la carta, opté por no encargar la foundé cuando hice la reserva. Llegamos a las 22.00 y no estaba demasiado lleno, pero se fue llenando según pasó la noche hasta casi el total del aforo.
La comida es típicamente francesa, basada en foundes y crepes, de entre los cuales hay que probar el Décimo Aniversario (crepe relleno de bechamel y marisco que está delicioso). También destacar las ensaladas, la de pollo (aderezada con una deliciosa salsa de mostaza y acompañada de almendras y pasas) está riquísima. Completan la carta las tablas de quesos y patés, quizás lo menos destacable.
La carta de vinos escasa y además no tenían lo que pedimos. El servicio de vino se limita al descorche.
Los postres merecen mención especial. Aunque nos quedamos sin poder tomar la magnífica tarta de chocolate, nos encantaron el tiramisú y el flan de almendra, ambos presentados en raciones abundantes y resultaron deliciosos.
El servicio quizás un poco escaso, ya que había una camarera para todo el restaurante, eso sí muy atenta y dispuesta a explicarte cualquier plato. No nos incomodaron en ningún momento y eso que nos alargamos bastante después de la cena.
En resumen el menú para dos personas fue: Ensalada de Pollo; Tabla mixta de patés y quesos; Dos crepes Décimo Aniversario; Tiramisú; Flan de almendra; una botella de vino blanco (no recuerdo el nombre del mismo); dos cafés; copa de Pacharán más un servicio extra de pan. En total 64,40€.
En mi opinión restaurante recomendable para una cena en pareja, tranquilos y sin prisas.