En Zaragoza "de toda la vida".

Local de corte genuinamente mediterraneo: fresco, tonos blancos, algún azul, ladrillo, suelo de barro y mesas de madera.
Cocina griega tradicional.
Pedimos un menú degustación griego y no estuvo mal: Queso asado con piñones y Musaka. De postre Youghurth griego. Todo correcto sin más.
Carta de vinos cortita con 8 ó 10 referencias griegas. Tomamos uno de Creta aceptable, mal servido.
Servicio un tanto distante y no muy rápido.
Hay que detacar que este restaurante lleva "toda la vida" en Zaragoza, lo que tiene mucho mérito.

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