Decepción

La carta es extensa, y la de vinos también con precios razonables, hay que tomarse su tiempo. El servicio en general es muy bueno y profesional, a la altura de lo que se espera según los precios. Y la decoración muy clásica pero de buen gusto, lugar cálido y no recargado, con buena separación entre los comensales. En cuanto a la comida, está buena, buena materia prima, resaltan los productos de caza y las setas u hongos, pero las recetas no están resueltas acorde al caché del lugar.
Alubias con liebre, muy buenas pero con la liebre desdibujada, menestra de verduras buena pero tampoco especial. En cuanto a los segundos becada en dos texturas, bien aunque no sabemos muy bien que aporta la mermelada de cereza, y el lechazo al horno algo corto de punto y tampoco parecía recién hecho, un tanto flojo de sabor, con una ensalada de guarnición y patatas fritas, como si aquello fuese un plato combinado.
Mejor en los postres, un helado de piñones y miel con bizcocho de rebozuelos, que puede mejorar su cremosidad, y tarta de queso con compota de manzana, tal vez demasiado dulce y que devoraba su complementariedad con la tarta.
Para beber un Terrazgo 2007 DO Arribes, en buen momento de consumo y a un precio razonable (19€)

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