Tras pasar un agradable fin de semana recolectando setas por la montaña palentina (no encontramos gran cosa: unos pocos boletus y algunos pie azules y pardillas, aunque sólo por los paisajes merece la pena recorrer estas tierras) nos decidimos acudir a este restaurante animados por los comentarios anteriores. El local, de líneas clásicas, es elegante y sumamente acogedor. Ofrecen una cocina en la que tienen un peso muy importante los productos de temporada y, estando en otoño, los platos de setas y caza son los protagonistas.
Pedimos el menú degustación de setas, que ofrecen dentro de las jornadas gastronómicas denominadas Buscasetas 2012. El menú, a un precio de 42€, consistió en lo siguiente:
-Morcilla crujiente con castañas y Boletus: se trataba de un par de bocaditos de morcilla en pasta filo o brick en la que las castañas y los botetus pasan desapercibidos.
-Carpaccio de Amanita Cesarea y vinagreta de higos: no tenían amanitas, por lo que la sustituyeron por láminas de hongos. Estaba bueno, pero, para mi gusto, le sobraba la mermelada de higos.
-Moluscos: se trataba de un original plato en el que ofrecen una vieira, un mejillón, una almeja y una ostra sobre un fondo de aspecto terroso en el que tienen cabida diversos ingredientes: avellanas, piñones, almendras y pistachos.
-Ragú de faisán y trompeta negra: muy bueno, pero la ración considero que fue algo escasa.
-Cremoso de chocolate, sopa de yogourt, crocanti de Rebozuelos y avellana: postre muy flojito. Uno de nosotros lo dejamos a medias.
El menú no cumplió con las espectativas que nos habíamos creado. Salvo el plato de caza, los demás se quedan en un simple aprobado. A tenor del aspecto de los platos servidos en otras mesas, creo que lo probado por nosotros no hace honor a la calidad de su cocina, por lo que es muy probable que volvamos. No se si es justo o no, pero puntúo el nivel de su cocina con un 7, más por lo que parece que puede ser que por que suguiere lo probado por nosotros.
Respecto al apartado del vino, tienen copas excelentes, una interesantísima carta de vinos, unos precios solo algo más elevados que en tienda y un buen servicio en mesa. La persona que ejerce de jefe de sala y sumiller es muy amable y profesional. La elección del vino nos llevó su tiempo (había tanto y tan bueno para elegir) y al final nos decantamos por un Cueva del Contador 2005 (45€) que estaba delicioso.