Finca repleta de sabores y colores.

Cena de sábado noche para una celebración especial, después de perdernos un par de veces y con la ayuda telefónica del restaurante llegamos a la Finca, y la verdad te reconforta encontrar el lugar y que éste sea tan bonito. El interior muy acogedor y cálido, mesas muy bien dispuestas y vestidas.
Para cenar óptamos por el menú corto (creo que se llama tradición o algo similar). Los platos fueron los siguientes (o al menos lo que mi memoria ha retenido)
Para comenzar unos snacks, palitos de arroz y de gamba y pan de agua con sobrasada y tomate, y una copita con sopa de melón con virutas de jamón y menta. Buen inicio.
Como entrantes frios: un sorprendente helado de espárragos blancos con brotes de trigueros y cacahuetes caramelizados, helado realmente bueno.
Tosta de anchoa del cantábrico con aire de remolacha, sensacional de sabor y con una bonita composición.
Como entrantes calientes: carpaccio de vieira con ceps y trufa, buena combinación de sabores, y Calamar en tempura, huevo de corral y el jugo del calamar, sensacional de sabor, el plato que más disfrute.
Seguimos con la merluza con guindilla dulce, excelente el sabor y el punto de la merluza así como la salsita que la acompañaba y la propia piel tostadita.
Y lomo de ternera a la brasa con cecina de buey y mostaza verde, intenso sabor de la carne.
De postre chocolate en varias texturas (creo que eran mousse y roca) y caramelo. Bueno, especialmente recomendable para los amantes del chocolate.
Para finalizar café americano y petit fours, me hizó especial gracia los kikos recubiertos de chocolate, no los había probado antes.

Acompañamos la cena con vino Enrique Mendoza cabernet, bien. El servicio de vino correcto, aunque quizá me faltó una mayor presencia del summellier en el ritual de la elección del vino. No nos orientó en exceso, nos lo presentó, me lo ofreció a probar, lo decantó, sirvió la primera copa y ya no lo volvimos a ver en toda la cena.

En resumen, muy buena experiencia gastronómica, alta cocina mediterrania llena de sabor y color, con un uso delicado de la técnica y un toque floral muy alegre. Además salimos con la sensación de haber cenado muy bien, con las cantidades ajustadas para saciarte pero no sentirte pesado. Sin duda valió la pena la escapadita para visitar la Finca.

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