Imprescindible

Es un lugar único, menú corto, carta de vinos corta porque sólo tiene los de casa, pero la calidad está por encima de todo, y nunca defrauda.

El lugar es de cuento de hadas, tanto el salón en invierno con su gigantesca chimenea como el patio en verano con sus geranios y su decoración en madera.

Los vinos son todos de Prada a Tope, y no defraudan. A mí me gustó sobre todo el Ambos, un mencía con crianza que es una delicia cuando lleva un rato abierto.

El establecimiento está regido por la familia, y el trato es magnífico, el servicio es atento y cuidadoso al máximo.

Y de precio no anda desorbitado, son productos de la máxima calidad.

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