Alta cocina sencilla y honesta

Soy asidua de Cocinandos desde hace años. La apuesta que Juanjo y Yolanda hicieron en León al abrir un restaurante con un menú único y en un sitio desplazado del centro fue arriesgada pero el tiempo y su honestidad les han dado la razón: ya pueden presumir de (su primera) estrella Michelín. Lo más grande, tal vez, es que, sin embargo, no lo hacen. Si una cosa han repetido desde que llegó el reconocimiento oficial ha sido que su línea va a seguir siendo la misma. Y lo es.

Menús equilibrados, con presencia de verduras (generalmente en forma de crema, el plato más aplaudido por mucha de la gente a la que he llevado allí) e hidratos de carbono, cosa no tan habitual como debería; platos creativos pero en su justa medida, sin fuegos de artificio. De nuevo la honestidad. Producto de alta calidad, técnicas de cocina magníficamente utilizadas (todo el mundo alaba los puntos y las texturas de los pescados, de Coruñesas y nunca de crianza), combinaciones más originales a veces y recreativas de clásicos en otras ocasiones... De cuando en cuanto, alguna sorpresa, como el último aperitivo que he tomado -la semana pasada-, una pomada de cabracho con chips de boniato presentado en un tubo de crema (necesario romper el precinto metálico con el pincho del tapón, jaja). Cocinandos nunca defrauda.

Pocas cartas de vino así, no sólo en León sino en muchos otros sitios. Una oferta diferente pero que también atiende a quien prefiere opciones más clásicas, y contada de una manera sencilla, con epígrafes que ubican al menos experto; no perderse el párrafo con el que presentan su selección. De los precios... un aplauso. Sé de algún maravilloso creador de maravillosos vinos que no perdona la visita gastronómica cuando pasa por León y alguna vez ha aprovechado para recopilar añadas propias. Existe, además, la opción de maridar la comida con la propuesta de la casa, también cambiante con cada menú, por unos más que módicos 15 euros IVA incluído. Servicio de vino impecable, con presentación de la referencia y botella siempre colocada de frente al comensal. Cambio periódico del agua, buscando envases originales (preciosa la de Paul Smith para Evian, atentos a la que entra esta semana...).

El servicio, siempre correcto, siempre en su sitio, distinguiendo al cliente que prefiere la distancia de los que elegimos una relación más cercana. Me ha parecido acertadísimo su reciente cambio de vestuario, pasando del ya manido negro de pies a cabeza con delantal largo al pantalón con americana y camisa en tonos neutros, oscuros, con mucho estilo; un look muy urbano pero elegantísimo.

La sala, relajante, sin ninguna estridencia y cálida al mismo tiempo. Sillas cómodas; mesas espaciosas; buen menaje. La selección músical, con un volumen que acompaña en la recepción y los primeros platos, y ejerce de mero amortiguador más adelante, perfecta para el estilo del local.

A todo esto se suman dos propietarios-cocineros apreciados dentro y fuera del sector, y de los que todo el mundo habla con gran cariño. Por algo debe ser. Recomiendo agregarse a su grupo en Facebook para confirmar que son dinámicos, divertidos y hasta gamberros (el que quiera comprobarlo, que lo haga y busque los vídeos de la última Cena con Estrellas, reunión de 'los michelín' de Castilla y León, en Ramiro's, de Valladolid).

35 euros IVA incluido, bebida aparte... sobran explicaciones. Es mi elección siempre que soy anfitriona en mi ciudad. Para qué contar la cara con la que se quedan madrileños y barceloneses, acostumbrados a relaciones calidad/precio muy diferentes...

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