Sin pausa

Local ampliamente descrito en opiniones anteriores, así que paso directamente a mi experiencia gastronómica.

Nada más llegar nos ofrecen alguna de las mesas que quedan libres y elegimos un agradable rincón al lado del ventanal. Inmediatamente nos entregan los menús y un tablet que contiene la carta de vinos, comentándonos además que existe también la opción de un maridaje. Como sólo somos dos y es difícil casar todos los platos con un solo vino tampoco le damos muchas vueltas y optamos por el maridaje preconfigurado, basado fundamentalmente en vinos de la zona.

Al minuto nos traen el primer entrante, nombrado "Bocadillo de chorizo como los mineros". Envuelto en papel imitando a un periódico, un par de bocados de un buen chorizo leonés ahumado y con una salsa que aligera un poco. El acompañamiento consistió en un vasito de la limonada que produce Prada a Tope, resultona. En cuanto acabamos el bocadito vuelve la camarera a retirarlo y acto seguido, a pesar de no haber terminado la limonada, aparece de nuevo con dos copas y el siguiente vino para el maridaje, el Godello de Peique, que nos deja ya servido. Al instante nos traen el siguiente plato, una alcachofa en tempura rellena de un guiso de lengua curada y encurtidos. Excelente combinación, nuevamente un ligero ahumado en la lengua y la salsa de encurtidos aportando un contrapunto delicioso. Nuevamente al punto de acabar nos rellenan la copa (el maridaje incluye una copa por plato, pero en un par de ellos del mismo vino) e instantáneamente llega lo siguiente: Una nube helada de erizos, sopa de miso, algas y seta shimeji, una combinación llena de mar y con el punto picante que le aportaban un par de esferas de chile. La comida sigue su curso sin descanso y nos llega el siguiente vino del maridaje, un agradable rosado de prieto picudo de Pardevalles, acompañado al momento por un mar y montaña de calamares y un crujiente de manitas de cerdo, que fue de lo que más me gusto por su acertada combinación de sabores y texturas. Nueva copa de Pardevalles y sin tregua llega el rodaballo con espárrago blanco y salsa de coco y lima. Muy buen género, todo en su sitio. El penúltimo vino del maridaje no se hace esperar. Se trata de una mencía llamada Siete cuartales, que me dejó un poco frío, la verdad. Acompañaba a una carrillera ibérica guisada con lentejas, foie de pato y maíz. Puro vicio. Antes del postre nos trajeron una bandejita con un par de bolitas de queso con gominola de tomate, con una textura etérea y un sabor muy agradable. El postre en sí consistió en fresas en varias texturas con una base de chocolate blanco y lácteos, una auténtica delicia. Lo acompañaba una copita de Kracher auslese, excelente colofón. Terminamos con un buen café acompañado por los pertinentes petits fours, que consistían en unas gominolas de regaliz, unas nubes de chocolate y unas galletitas. Total: 43€ del menú, 20 del maridaje y 2,60€ por café.

Comimos francamente bien, pero no entendí tanta prisa por parte del personal, que he querido expresar en mi opinión redactándola sin puntos y aparte, como fue la comida. Comprendo que en menús con tantos platos es conveniente dar un ritmo ágil al servicio para que la comida no se eternice, pero ¿Es necesario llegar al punto de no dejar al cliente terminarse su copa antes de ponerle la siguiente y de estar pendiente para que en cuanto deja el cubierto en el plato después de dar la última pinchada venir a recogerlo y a renglón seguido traerle el siguiente? La verdad, a mí me resultó un poco agobiante, y tampoco soy una persona que como muy parsimoniosamente que digamos. En mi modesta opinión, un poquito de pausa, el tiempo justo para acarse el vino tranquilamente y un minutito entre plato y plato harían la experiencia más satisfactoria.

  • Petits fours

    Petits fours

  • Nuestras fresas con lácteos

    Nuestras fresas con lácteos

  • Queso con gominola de tomate

    Queso con gominola de tomate

  • Mar y montaña, calamares y manitas de cerdo

    Mar y montaña, calamares y manitas de cerdo

  • Nube helada de erizos, sopa de miso, algas y setas shimeji

    Nube helada de erizos, sopa de miso, algas y setas shimeji

  • Alcachofa en tempura con un guiso de lengua curada y encurtidos

    Alcachofa en tempura con un guiso de lengua curada y encurtidos

  1. #1

    Abreunvinito

    El "tempo" !!! Cuan importante es en todos los órdenes, y también en la gastronomía. Mal el desespero de lal entitud y mal el agobio de atosigar.
    Bien expresado sin puntos y apartes que te hacen sentir la sensación.
    Saludos

  2. #2

    oscar4435

    Rara aptitud , no la he sentido yo , pero sera que tenían prisa ese dia , mal , muy mal , se va a disfrutar tranquilamente , generalmente un buen profesional va al ritmo del comensal y no al revés .

  3. #3

    Albtotxo

    en respuesta a oscar4435
    Ver mensaje de oscar4435

    No sé, puede que fuéramos nosotros, puede que fuera la casualidad... Tampoco veo que sea un aspecto que los que me precedieron comenten, así que probablemente fue el día. Creo que no soy especialmente exigente en este aspecto, y no es algo en lo que suela incididir tanto en otras opiniones que he dado, pero yo salí con esa sensación. Aún así, me pareció un sitio recomendable y digno de una segunda oportunidad, aunque espero que cuando llegue se lo tomen con más calma.

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