Profesionalidad

Profesionalidad de los camareros, se nota que son de la vieja escuela y ya entraditos en años, saben estar sin hacerse notar y aparecen en el momento oportuno.
Mantelería y servilletas de hilo y copas Riedel.
Tienen salas separadas donde se sirve el menú y la carta.
Decoración clásica y ambiente acogedor.
Extensa y bien seleccionada carta de vinos y de licores.
La cocina es tradicional pero con aires renovados, tomamos de primero una ensalada tibia de langostinos crujientes y rebozados en fideos chinos y huevo escalfado con setas frescas de temporada, los segundos fueron unas vieiras sobre un lecho de judías tiernas y manzana caramelizada y rape rustido con patatas y pasas.
El vino fué un DO Montsant, Brunus servido a su correcta temperatura.
A destacar el pan artesano hecho en una de las panaderías clásicas de Barcelona, el Forn de la Trinitat, aunque por el pan y mantequilla te cobran 2,50 por comensal.
Nos invitaron a los cafés y rechazamos la invitación a las copas.
En una zona con mucha dificultad de aparcamiento, es muy de agradecer que dispongan de parking propio y gratuito.

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