Somos 2 parejas, que solemos ir explorando nuevos restaurantes por Valencia, cada 2 ó 3 meses. Tanto a nosotros como a ellos nos habían recomendado este lugar, y cuando vimos la puntuación de Verema, no lo dudamos ni un instante.
Como quiero ser objetiva, y no quedarme con la impresión general, iré describiendo mis impresiones por partes.
El local es cálido, decorado con buen gusto, y la música de fondo es como tiene que ser, discreta, pero que si te paras a escuchar, es elegante. Quizás tiene el hándicap de que una persona con movilidad reducida, es decir, usuario de silla de ruedas o muletas, lo tiene muy difícil, pues no es accesible debido a sus empinadas escaleras, ya que en la planta baja no hay mesas.
Cuando te sientas, estás a gusto, y la mantelería y copas están impecables. Nosotros hemos pedido el menú de mediodía fin de semana, consistente en 2 entrantes, plato principal y postre, a parte bebida y café.
Para empezar, hemos pedido un vino blanco, D.O. Ruedas, afrutado y ligero al paladar, pero la primera botella han olvidado ponerla en la cubitera.
Los dos entrantes consistían en alcachofas con tallarines de sepia, y ensalada de picantón con escabeche de cítricos. La primera si que coincidía con el nombre, pero la cantidad era breve, y la sepia, a penas 3 tiras por plato. De sabor, bastante decente, pero nada excepcional. Pero lo que nos ha parecido vergonzante, era la ensalada pocha, de pollo con salsa al estilo restaurante chino. No podíamos creer que al pollo le llamasen picantón, y al chorro de limón con aceite, le disfrazasen con el nombre de escabeche de cítricos. Nos hemos quedado bastante defraudados.
El primer plato ha sido arroz meloso “Senyoret”, con marisco pelado, para cuatro comensales. Tengo que ser generosa en la calificación, pues en este caso el arroz estaba al punto, y muy sabroso, y las raciones hermosas, ya que hemos repetido, y hasta tripitido.
Otras decepción ha sido el postre, no había elección, sólo había tarta de chocolate con helado de mandarina (bueno y punto) y puesto que a los cuatro nos encanta, no ha habido problemas, pero pienso que en un menú debe haber, al menos, dos opciones, por si no te gusta uno, o eres alérgico, qué se yo.
Cierto es que invitan a chupito de gazpacho cuando te sientas, que estaba sabroso, y a la hora de los cafés, te sacan en la mesa una botellita de mistela.
No creo que volvamos porque los entrantes no estaban a la altura de lo esperado, y nosotros tenemos el lema de que para que un lugar nos sorprenda, a parte de lo sabrosa que tiene que estar la comida, el plato tiene que estar elaborado de manera que sea difícil reproducirlo en casa, y con un toque propio que se te quede grabado de manera que, si no es en ese lugar, no puedas volverlo a probar.
Por tanto, esa triste y poco apetecible ensalada estaba tan buena como la que pueden servirte en Foster Hollywood o sitios similares. Y un buen arroz de ese estilo, lo he comido en más lugares, sin ir más lejos, en casa de mis padre.
Hay otro aspecto que me ha dejado ojiplática y perpleja: El cuarto de baño. Necesita una reforma urgente. Sorprende que en un restaurante tan acogedor y elegante, tengan un aseo tan poco decente. El plato de ducha, que no sé qué pinta, estaba lleno de pelos y de colillas de cigarros. Es similar al WC de cualquier bar de barrio. Supongo, al ver las críticas tan buenas que tiene este lugar, habremos ido en un mal día, o quizás es mejor comer de carta, pero la verdad es que me considero una persona bastante justa y objetiva. Espero que os haya servido mi crítica.