El sitio está bien. Las mesas, el servicio, la comida... Todo bien. Incluso el vino que pedimos, un Cunqueiro III Milenium (24 €), estuvo bien. Pero la cuenta de más de 100 euros me parece excesiva. Lo de los "platillos" engaña. No parecen caros, pero vas pidiendo porque, la verdad, están buenos y no llenan, y te llevas el susto al pagar.
La terraza estaba llena, pero el comedor interior estaba casi vacío.
Cena para 2:
- Patatas bravas (6,50 €) - Buenas.
- Flor de calabacín rellena (14 €) - No recuerdo de qué estaban rellenas (sigh!).
- Ensalada Molotov (9 €) - Buena, pero sin ser la bomba ni mucho menos.
- Ventresca de atún (18 €) - Si no fuese porque sé lo que vale el Kg. de ventresca de atún rojo en el mercado...
- Rossejat de fideus (18 €) - Más bien insípido y más caro que un plato de la carta en muchos restaurantes de BCN que conozco.
De postre, compartimos una ganache (6 €) bastante rica.
Para beber, aparte del vino, un par de botellas de agua (2,50€/ud.) y una menta poleo (1,80 €).
Una cena buena sin más. No sé si es por la zona o por el dueño, pero me pareció un sablazo en toda regla.
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