Sorprendió que un restaurante de Guadarrama se llevara el premio anual (2021) a la mejor paella del mundo que se celebra en Sueca, pero así fue. Eso obliga a un valenciano, amante de arroces, si pasa por la A6 en un jueves (sólo jueves), a parar para comer y probar ese arroz. Ahora lo llevan Rubén y Óscar nietos de Gabino, el fundador en el año 1960 como "despacho de bebidas" a lo que añadió un inicio de dar de comer algunas viandas.

El local, casi en la salida de la población y un poco escondido de la calle -carretera- lo que le permite tener mesas en terraza cerrada con lonas; a la se entrada una recepción y una barra a la derecha para tapear; el servicio de sala abre en los dos comedores interiores grandes; nos ubicaron en el que tiene luz natural (a la izquierda). Una buena ampliación en el 2011 hizo que el local disponga de esos espacios donde se ubican mesas de buen tamaño, con mantel y servilletas de tela, buenas copas de vino, vajilla correcta, sillones amplios y cómodos. Ambiente de asador en la decoración y en sus características que también se notan en las cartas.

Hay una carta de vinos que tiene una importante presencia de vinos clásicos y en especial de vinos tintos; nos decidimos por 2 tintos de verano, que ya es delito que en la Sierra de Madrid y en febrero te apetezcan bebidas con hielo. Bien servidos.

La carta de comidas dispone de bastantes entradas y ensaladas, un apartado específico para las setas, otro de pescados y sobre todo uno amplio de carnes y guisos; más lo especial de los días para paellas y cocido. No fue el único premio en 2021 ya que también se llevó el primer premio de la Ruta del Cocido madrileño que tienen en carta los martes y viernes.

El servicio de sala amable profesional y rápido (para lo lleno del local y arroces, muy rápido desde cocina) con buenos consejos, incluso uno de los dueños, Óscar, se pasa por las mesas, casi todas llenas de parroquianos o visitantes frecuentes (aquí nadie habla "raro" -léase turistas extranjeros-) y muchos se conocen. Lo comido:

. aceitunas: blancas sin hueso, unas magníficas gordal, y otras negras también destacadas pero las blancas sobresalientes. Vienen de la mano de un buen pan tipo bollo crujiente, ambos como servicio de mesa (2,20€ p.p.), un pan que invita a comer más de la cuenta.

. ensalada de perdiz (14€): vaya por delante que no es la mejor que he probado en la carretera A3-A6, porque, ni la cantidad de perdiz ni la preparación de la misma (escabeche y desmigada demasiado), me acabó de convencer; la parte de verdura tampoco con mucha presencia de escarola que no es mi preferida (aunque la ensalada era variada), y el tomate, bueno pero muy verde; un aliño de vinagre excesivo para mi gusto. La buena ración es para compartir entre dos.

. corujos: para hacer tiempo al arroz y en uno de los paseos de Óscar por la sala, siempre pendiente de todo, nos trae a algunas mesas una ración de corujos (pamplinas) recién cogidos y que son los primeros de la temporada. Magníficos, frescos, tersos, sabrosos. Fueron por cortesía de la casa; un detallazo.

. paella valenciana (¿hay alguna paella que no sea valenciana? porque lo demás son arroces con cosas) x 2 (23€ p.p.): preparada en una buena paella y puesta en la mesa muy bien presentada, en capa muy fina (moda actual de capa de un grano de arroz) pero en ración muy completa; buena cantidad de carne y verdura -poco sabrosa-, con algo de socarrat en una zona y de arroz ,y paella, quemada en la opuesta, porque es muy difícil mantenerla equilibrada al 100% con una capa tan fina; punto de cocción algo demasiado al dente incluso para mí, por contra note en falta algo más de sal que hubiera potenciado el sabor. Quizás las perspectivas eran muy altas por el premio y mi exigencia era mayor de lo habitual en arroces fuera de mi casa y alrededores; o también que no es lo mismo preparar una paella única con todo fresco y seleccionado durante un concurso (ingredientes incluidos), que hacer muchas (se veían muchas paellas en las mesas) a la vez. El propio Óscar que vino a preguntar por qué lo comíamos en los platos y no en la paella, nos comentó directamente que había una pequeña zona quemada y estuvo muy amable en la conversación; nos contó que, ya en años anteriores, había participado en el concurso (veranea en San Juan), estando en el top 5 varias veces. Hoy no tuve suerte.

. tarta de manzana con helado (7,50€): muy bien la tarta, templada, que contrastaba a la perfección con el helado, creo, de vainilla o leche merengada. Recomendable.

. carajillos de ron y de Baileys (3,50€ p.p.): el primero servido con corteza de naranja a modo de cremaet aunque sin quemar el alcohol. Recomendables.

Pese a todo, creo que volveré a por el cocido algún día de camino hacia la vieja Castilla. Ya se sabe que a los restaurantes vas por la comida (lo que sabes o te has informado) y vuelves, sí o no, por el servicio -valoración incluida en servicio de vino-, y aquí se va a cumplir.