Restaurante Escondida by Bruno Ruiz en Denia
Restaurante Escondida by Bruno Ruiz
País:
España
Provincia:
Localidad:
Dirección:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
51,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
51 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
8.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
7.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
10.0
RCP CALIDAD-PRECIO
8.5
Opiniones de Escondida by Bruno Ruiz
OPINIONES
1

Escondida es el nuevo proyecto del cocinero dianense Bruno Ruiz, asentado en la ciudad desde su restaurante Aticcook que justamente este año celebra la consecución de su primer sol Repsol. Si queremos conocerlo debemos encaminarnos hacia la playa de Les Marines a la altura del quilómetro cuatro más o menos. Para los que conocen la zona, el local se sitúa en la emblemática urbanización “La Naranja”. Se trata de las torres de apartamentos más altas que se construyeron en el litoral norte de la capital de La Marina. Los de por aquí tal vez deduzcan que se trata del emplazamiento del restaurante Ca Chema y están en lo cierto. Sin conocer el motivo, el antiguo gestor ha traspasado el negocio y es ahora Ruiz quien se pone a los mandos.

El restaurante goza de una ubicación excelente, exceptuando las poquísimas plazas de aparcamiento que hay en el camino de acceso. Situado en primerísima línea de playa, su terraza se constituye como un auténtico balcón al mar desde donde este próximo verano se podrán contemplar las bellas puestas de sol. Goza de una amplia sala interior y de una gran terraza en la que se pueden habilitar distintos espacios para usos diferentes: restaurante, mesas para tomar unas copas, zona de desayunos… El interiorismo tiene un marcado perfil mediterráneo con tonos suaves y luminosos, uso del azulejo tradicional, del cáñamo, etcétera.

El local nace con la intención de dar servicio a todas horas, desde el desayuno hasta pasada la medianoche. Nuestra primera visita tuvo lugar el jueves santo en horario de mediodía. Al efectuar la reserva se asigna una hora de llegada para evitar el colapso de la cocina. Esta medida me parece acertada, sobretodo estas primeras semanas pues, quien mucho abarca, poco aprieta y un servicio desacertado en los comienzos puede acarrear etiquetas negativas por parte de los clientes que después cuestan mucho de retirar. Se me antoja que, de cara al próximo verano, se hará imprescindible reservar con al menos un par de semanas de antelación pues el proyecto reúne todos los requisitos para triunfar en temporada estival.

Quien busque aquí la cocina creativa que desarrolla Ruiz en la casa madre anda equivocado. La carta es un compendio de propuestas frescas e informales para satisfacer todo tipo de clientela. Hay entrantes fríos y calientes, raciones, ensaladas, arroces (en “llanda” o melosos), cocas, hamburguesas, carnes y pescados. También hay postres caseros y servicio de coctelería. Nuestra comanda al centro de la mesa consistió en:

- Guacamole con totopos: Se sirve en un mortero de peso considerable en el que se presenta el aguacate en rodajas. Es el propio comensal quien debe machacarlo y mezclarlo con el resto de condimentos que descansan en el fondo del recipiente. Muy rico, repleto de personalidad y sin renunciar al picante que todo buen plato mexicano debería tener.

- Croquetas de jamón ibérico: buenísimas. Sin llegar a ser un portento técnico en cuanto a fluidez, sí nos encanta la carga sápida de éstas.

- Sam de panceta a baja temperatura: hoja de lechuga con el delicioso relleno de carne con un acertado adobo de mojo picón.

- Mejillones al estilo thai: De gran tamaño y con el divertido y clásico acompañamiento a base de coco, curri, cilantro, citronela, lima kaffir…

- Steack tartar de chuleta madurada: También más que correcto. Potente su sabor y curioso el acompañamiento con un huevo frito.

- Costilla de ternera: Extremadamente tierna y melosa. Tamaño considerable de la pieza lo cual supuso un perfecto colofón a la parte salada del menú.

De la parte dulce no puedo rendir cuentas pues fue el sector femenino de la mesa quien se encargó de la comanda y quien asumió la mayor parte de su ingesta. Mis disculpas. En la parte líquida hubo unos negronis y cervezas para arrancar con fuerzas. Durante la comida tomamos una botella de Gramona Imperial y otra de albariño Lapola. Rematamos con unos cócteles con el café como protagonista y alargamos la sobremesa con sendos cócteles de ginebra y tequila (imposible recordar sus nombres). Tal despliegue de bebidas hizo que la cuenta subiese bastante más de lo que corresponde a la parte sólida. Se agradecería que, con el paso de los meses, se ampliase un tanto la carta de vinos con alguna propuesta más singular.

El servicio comandado por Claudia, pareja de Bruno, estuvo eficaz, atento y simpático en todo momento. Deben mantenerse así pues estoy seguro de que se les viene encima una dura temporada estival y que, nacer al amparo de la marca Bruno Ruiz, automáticamente redobla las expectativas del cliente y, con ello, el nivel de exigencia. Mucho ánimo y a seguir haciéndolo bien.

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