El restaurante Laventura nos presenta cocina de mercado con toques imaginativos, una combinación interesante pero complicada de cuadrar. En este caso el resultado es dispar, con algunos aciertos y otros no tanto, ya que en ocasiones las combinacioones que configuran el plato no terminan de cuajar…

Una cocina cuidada y bien presentada, que desafortunadamente se contrapone con descuidos en el servicio y en el ambiente del lugar, que no están a la misma altura que lo que se sirve en el plato.

Presenta también una carta de vinos con unas cuarenta referencias de diversos cortes y estilos. Interesante. Y un servicio bastante aceptable.

El cuidado de algunos detalles al final marca la diferencia. Y son buenos los detalles que se perciben desde los fogones, pero los que descuida en la comodidad del cliente.

No quisiera extenderme demasiado, pero si quereis una opinion mas detallada podeis verla en http://gastronomodesaparecido.wordpress.com/

En la entrada tienen el recorte enmarcado de la crítica de El Viajero, de hace dos años, nosotros le enseñamos la nuestra y el maître se alegró mucho. Luego ya no nos alegró tanto saber que defiende a los fumadores, y que estando nosotros abajo en no fumadores, estaba deseando que nos fuésemos para que fumara una mesa (algo muy poco profesional, cuando la chica dijo de ir arriba). El servicio, al menos para nosotros, deja bastante que desear en un sitio con precios algo subidos (a lo mejor efecto "viajero"). Tomamos menú degustación, a 32 €: refrescante la ensalada de arenques con mango y endivias; excelente pimiento piquillo relleno de xangurro; también excelente la ventresca; no tanto el cochinillo confitado; minipostres, no entusiasman. Luego, tés y pacharán para alargar la sobremesa.

Carta de vinos muy corta, con DO españolas y algunos ejemplos foráneos. Buena bodega a la vista, a 17 º. Copas buenas, decantadores, etc. Pedimos Pittacum crianza 2003, no estaba mal. Salimos casi a 50 € por persona, no volveremos.

Restaurante con dos niveles, similares aunque diferenciados por sus tonalidades de color, además en la parte superior se encuentra la cocina con ventanal que refleja la buena elaboración de sus platos.
El propietario es el cocinero y el jefe de sala Francisco, es un profesional de pies a cabeza, me mostró la bodega, construida por ellos mismos y tuvo muchas atenciones durante la cena.
Curiosamente durante mi visita, había un grupo de ocho personas que se reúnen una vez al mes, cada uno aporta dos botellas, una de ellas siempre es ciega y él ultimo vino a catar, siempre siempre es un Vega Sicilia, todo un lujo.
Servicio del vino perfecto, carta muy bien estructurada con buen surtido de denominaciones, copas Scoth y decantadores por doquier.
Viandas perfectamente elaboradas (trompetas de la muerte con ibérico, milhojas de carabineros con pil pil de ajo y creps fritos) raciones perfectas, postres caseros y relación calidad precio equilibrada.

Este restaurante apareció en las páginas de "El Viajero", en El País de los sábados, y tenía ganas de ir a Madrid para poder comer allí. Quedé gratamente impresionado, ya que el servicio, la decoración y ,sobre todo, la comida cubrió mis expectativas. Se publicita como cocina de mercado, y ciertamente los productos ,lubina, ternera, estaban de primera. Los entrantes también estaban muy buenos, y el vino correcto de servicio y temperatura. Está bien situado, a pocos minutos de la Pza, de España, en una zona que se ve animada y si no tuerce su trayectoria pienso irá para arriba. Después de cenar charlamos con el cocinero, que creo es también el propietario, y me produjo muy buena impresión. No puedo decir cuánto costó ya que me invitaron, pero no pienso pasara de 35 euros por persona.