Merece la pena

Fuimos hace 4 años a raíz de una promoción y decidimos que volveríamos... Y volvimos.

Es un local clásico, con las paredes llenas de fotos de famosos. Nada más entrar, una nevera llena de cervezas de todo tipo, la inmensa mayoría desconocidas para mí. Mesas de buen tamaño y separación correcta. Buen menaje. Servicio atento y profesional. La mayoría de los platos son bastante clásicos, aunque procuran darles un toque diferente. Carta de vinos bastante bien surtida, ordenada por tipos de vino, lo cual resulta muy práctico si tienes claro qué te apetece tomar. El maitre-sumiller, de 10.

Cena familiar a base en entrantes para compartir, un principal y un postre. Todos los platos nos gustaron, incluido el aperitivo obsequio de la casa. Destacaría un excelente arroz con ragú de conejo, espárragos y flor de calabacín. Algunas presentaciones más cuidadas que otras.

Para beber, varias botellas de agua y una botella de champagne Sadi Malot Brut Authentique. Sin cafés.

Tuvimos que esperar para algunos platos y mi copa estuvo vacía en varias ocasiones, pero el servicio fue, en general, bastante bueno.

Lo que menos me gustó fue ver algunos desconchones en la pintura de las paredes. Desmerece mucho a mí parecer.

 

  • El arroz, delicioso. Engaña la bandeja. Me costó acabármelo.

    El arroz, delicioso. Engaña la bandeja. Me costó acabármelo.

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