Me gustó mucho este restaurante, un lugar pequeño pero cálido y acogedor.

Me gustó mucho este restaurante, un lugar pequeño pero cálido y acogedor. La comida se basa fundamentalmente en materia prima de gran calidad y en mi opinión aciertan plenamente.
El jefe de cocina sale a aconsejar y charlar con todas las mesas y es un tipo realmente encantador, además de un enamorado del champagne (Krug principalmente).
En cuanto a los platos hay que destacar el steak tartar, es un plato que me gusta mucho y creo que es el mejor que he probado (ojo la receta tiene un ligero cambio que puede no gustar a los puristas) y un sorbete delicioso que creo que era de torta del casar. La carta de vinos me gustó bastante aunque me pareció un poco corta.
Apunto tres detalles a mejorar: uno las copas, solo dos tipos y no me convencieron demasiado; dos, ya que ofrecen y recomiendan un moscatel y un pedro ximénez con el postre, creo que deberían tener más variedad o por lo menos estar algo mejor seleccionados; y tres, la camarera insistía demasiado en servir el vino y llenar demas

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