Restaurante Agua de mar en Denia
Restaurante Agua de mar
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

Añadir tipo de cocina

Vino por copas:
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
8.5
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
8.5
RCP CALIDAD-PRECIO
5.0
Opiniones de Agua de mar
OPINIONES
1

El restaurante se encuentra enclavado en el puerto deportivo “Marina de Dénia”, una zona en la que proliferan los negocios hosteleros, pero con un ritmo vertiginoso de aperturas y cierres. Zona complicada a la que “los lugareños” no solemos acercarnos por la desconfianza que genera esa poca consolidación de los locales y la afluencia masiva del cliente foráneo, especialmente en estas fechas veraniegas. La excepción a la regla la constituye este negocio que consigue perdurar con el transcurso de los años.

Eran varios los amigos que me habían aconsejado pasarme por allí habiendo estado ellos con anterioridad: comida correcta, buena carta de vinos, excelentes vista y una RCP aceptable. La desconfianza de la que hablaba en el párrafo anterior ejercía como freno. Hasta el día de hoy en el que se ha presentado una comida imprevista (tomábamos mesa a las 15.30 h) y en el que, por fin, me he decidido a visitarlo.

Encontramos el restaurante en la primera planta de uno de los edificios comerciales del complejo. El entorno en el que se ubica el local es maravilloso, con vistas al puerto deportivo y, tras él, el imponente castillo de Dénia. La terraza presenta una muy buena ocupación, pero nosotros hemos indicado al efectuar la reserva que preferimos comer dentro, con el aire acondicionado. Estamos prácticamente solos. Mesas elegantemente vestidas, con manteles que se planchan entre servicio y servicio (doy fe), enormes cristaleras que inundan la sala de luz y excelentes vistas. Ambiente relajado y distinguido.

La carta es de corte tradicional con una selección de mariscos, raciones a modo de entrantes, croquetas de diferentes ingredientes, carnes, pescados y arroces. Los precios nos resultan razonables. Ni excesivamente caros, ni tampoco baratos, seamos sinceros. Decidimos compartir un par de entrantes y pedir un arroz como plato principal.

- Aperitivos cortesía de la casa: croqueta de sepionet, brandada de capellà con pericana y una especie de pisto con snagatxo (salazón que se prepara con las partes del atún cercanas a la espina del pez). Tres elaboraciones repletas de sabor que toman el recetario tradicional de la comarca como fuente de inspiración pero presentadas de un modo distinto. Junto a ellas se sirve un pan más que correcto junto a un buen AOVE, sal en escamas, allioli y una mantequilla de aceitunas negras.

- Figatell de sepia: plato creado por el cocinero Miquel Ruiz que se ha incorporado en la carta de muchos restaurantes de la zona. En esencia, lo encontramos muy parecido a su fuente de inspiración. Se sustituye el pequeño pimiento del Padrón que se sirve en el famoso baret de Miquel por unas tiras de tirabeque cuyo dulzor no le sienta nada mal al conjunto.

- Sepionets: sepias del Mediterráneo de pequeño tamaño que se cocinan sin retirar la tinta ni parte de sus interiores. Muy tiernas aunque pecan un tanto de exceso de majado o “picaeta”.

- Arroz negro clásico: Cantidad mucho más que suficiente para dos comensales. Buen punto del arroz aunque echamos en falta un puntito mayor de “socarrat”. Sabrosa. Quizás podría usarse un poco menos de tinta del cefalópodo pues ésta enmascara un tanto la carga sápida del fondo de pescado y tizna en exceso el arroz.

La carta de vinos es bastante interesante. Se estructura por zonas productoras (Mediterráneo, Atlántico, Centro peninsular e internacionales) y, dentro de cada sección, en blancos, rosados, tintos y espumoso. Hay también una sección para vinos generosos y vermuts. Los precios son adecuados, teniendo en cuenta la zona en la que se ubica el restaurante y la prevalencia del cliente extranjero frente a la afluencia de gentes de la zona. Hemos tomado un Picarana 2017 que ha acompañado correctamente todos los platos. Buenas copas y correcto el guardado de la botella en la cubitera con abundante hielo.

En definitiva un lugar en el que uno se siente satisfecho con arreglo a la cuenta que se paga, cosa que, a menudo, no sucede en los restaurantes con similar ubicación

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