Cuando te encuentras como si estuvieras en casa y además disfrutas comiendo (y bebiendo)

Tras un intenso año preparando la reunión anual de la Sociedad Internacional para el Estudio de los Medios Porosos (http://interpore.org/valencia), y tras culminar el último día de congreso al que asistieron más de 800 participantes, había razones para celebrar. Y elegí Oganyo, restaurante que ya había visitado a raíz del comentario de Abreunvinito (mi principal referente en Verema). Diecisiete comensales, de variada procedencia, tres chinos, un búlgaro, dos alemanes, un ceilandés, dos iraníes, una brasileña, un peruano, un italiano y cinco españoles, a los que quería sorprender con algo que no fueran las típicas, tópicas tapas. Y sorprendidos se fueron. 

Mesa alargada junto a la entrada, servicio amabalísimo, que introdujo cada plato en un correcto inglés y que iba a hacer que nos sintiéramos como en casa. Había que celebrar el éxito acreditado del congreso y comenzamos con dos botellas de Gramona Imperial que permitieron la primera ronda de brindis iniciados por el gerente, iraní, de la sociedad InterPore. Habíamos preordenado el menú de 35 euros e indicado las intolerancias y otras particularidades de algunos de los comensales. Y comenzó el festín. Los chinos, responsables de la organización de la edición de 2020, tomaban fotos de todos los platos con los ojos bien abiertos mientras comentaban entre ellos... en chino. 

Acompañaríamos la cena con dos de las pocas, pero buenas, referencias de Utiel-Requena que tiene la carta. No solo se bebe rioja en España como pensaban nuestros invitados extranjeros. Un blanco Chardonnay de Pago de los Balagueses, y el tinto Pinot Noir, Bassus, de Hispanosuizas.

Empezamos con un paté de campaña, con pepinillos y chutney de mandarinas, servido con espátula de madera para untar, muy sabroso.

Seguimos con una burrata con una crudité de calabacín, graciosamente sustituido por dos platos exentos de lácteo, para los intolerantes a la lactosa.

El siguiente plato fue un hermoso buñuelo de bacalao.

A continuación, una de las estrellas de la noche, unas alcachofas a la parrilla sobre un caldo de carne con el que combinaban perfectamente.

Le siguió un mollete de costilla a baja temperatura con salsa barbacoa, que hizo las delicias de nuestros compañeros de Qingdao al recordarles un plato de su tierra con sabor y textura similares.

Después llegó otra de las estrellas de la noche, la vieira a la parrilla, simplemente exquisita.

Y como último plato antes del postre una presa ibérica al punto, también excelente.

Acabamos con un prepostre en cucurucho de helado de maracuyá con piña, seguido de varios postres para compartir (milhojas, mouse de chocolate, …) de los que hay que destacar la tarta de queso con un punto de queso azul, simplemente sublime.

Y llegados aquí, llevábamos tres horas y media, entre brindis y brindis, incluido un Brindis de Mozart cantado en canon a cuatro voces. Casi, casi como si estuviéramos en casa.

  1. #1

    Abreunvinito

    Por alusiones:
    Gracias por la confianza en mis comentarios. Al mismo tiempo que me reconforta, me llena de responsabilidad.
    Espero no decepcionarte, aunque ya sabes que para gustos, los colores.
    Saludos

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