Han pasado tres años desde mi última visita, el tiempo pasa con mucha rapidez máxime cuando la pandemia nos ha tenido apartados durante meses de los locales de restauración.
Al ser un local muy pequeño la ocupación de todas las mesas esta garantizada puesto que el chef trabaja con productos de primerísima calidad y los elabora con maestria y mucha pasión.
El local está ya descrito en mi primer comentario así que pasaré directamente a reseñar los platos que comimos.
De aperitivo unas aceitunas y un muy buen AOVE de primera prensada sin filtrar de aceitunas arbequinas que mojamos en un buen pan.
Los entrantes los compartimos
-Alcachofas confitadas con dados de tocino y jamón ibérico crujiente. Excelentes.
-Mini habitas con ajos tiernos y sepionetas. Otro plato de diez.
Seguimos los dos con
-Arroz del señoret que nos fue presentado en la paellera y posteriormente emplatado, buen arroz, muy gustoso, ración excesiva para nuestro apetito.
De postre compartimos
-Milhojas de crema con fresas y frambuesas, hecho en casa, muy bueno
Para beber elegimos una garnacha blanca de la D.O Terra Alta, Jordi Miró que coge el nombre del propietario de la bodega situada en la población de Corbera d’Ebre. De color amarillo pajizo, maridó perfectamente con todos los platos. El servicio consistió en descorche, cata y algún servicio adicional
Terminamos con dos cafés.
Resumiendo buena comida con buena relación calidad precio.
Local situado en una esquina del Eixample en su límite con el barrio de Gracia, pequeño, con capacidad para unos veinte comensales, rústico y acogedor, paredes de tocho rústico antiguo y techos también de tocho. En sus paredes cuelgan cuadros que están a la venta.
Carta corta con varios platos del día y de los que informa en directo el propio chef de viva voz así como de la manera de como los cocina, solamente a las mesas más madrugadoras, varias opciones de pescados por piezas enteras que él personalmente elige en la lonja de Blanes, compartimos los entrantes, unas sepionas a la bruta, es decir sin limpiar, con su propia tinta hechas a la plancha y acompañadas con judias de Santa Pau y cigalitas salteadas con ajo y guindilla, excelente punto de cocción y destacar la calidad y frescura tanto de las sepionas como de las cigalas.
Seguimos con un arroz de pescado que nos fué servido en la mesa ya emplatado, buen fondo el utilizado para su cocción, arroz al estilo ampurdanés, casi negro debido a la lenta y larga cocción de la cebolla utilizada para el sofrito.
De postre coca de Llavaneres que compartimos, sinceramente muy mejorable.
Un blanco de la D.O. Terra Alta, Flor de Nit a base de las variedades macabeu y garnacha blanca servido a muy buena temperatura maridó perfectamente con todos los platos, servicio consistente en descorche, cata y primer servicio.
Dos cafés, un chupito de orujo de hierbas y uno de whisky de malta remataron la comida.
Servicio de sala a cargo de la hija del propietario secundada por un ayudante de origen latino falto de experiencia, la nota negativa fué que inmediatamente después de pagar la cuenta vino el ayudante a decirnos con "muy pocas luces" que necesitaban la mesa a lo que educadamente reclamamos la presencia de la jefa de sala, educadamente también y como no podía ser de otra manera le comentamos el "papel" que había tenido que asumir su ayudante para no dar ella la cara, después de una corta conversación nos dijo que nos tomáramos todo el tiempo que quisiéramos y nos ofreció otro café que declinamos, es la primera ocasión después de mi largo recorrido por todo tipo de restaurantes que me sucede algo así.
La cara el producto, la cruz la falta de tacto
Obviando esta incidencia, restaurante muy recomendable tanto por el producto y por el tratamiento del mismo.