Ha transcurrido poco más de un año desde nuestra primera visita al complejo que se había inaugurado pocos meses antes, la sensación es que transcurrido este tiempo pocos cambios ha habido aparte del incremento de precio del menú (5 €), y de las opciones de platos del mismo que se han reducido, la gran mayoría repiten transcurrido este tiempo, otro cambio destacable es la poca afluencia de comensales una vez ha pasado la novedad.
Los primeros, ensalada con queso de cabra y frutos secos y sopa de cebolla con tomillo , huevo a baja temperatura, tropezones de pan y queso
Los segundos, carrillera de cerdo y muslo de pato confitado con piñones.
Los postres crema catalana con azúcar quemado y texturas de chocolate con helado
Una botella de agua mineral de medio litro, una copa de vino blanco Montrodó Blanc y otra de vino tinto La Bella Lola.
Terminamos con dos cafés Nespresso.
Un complejo museístico donde se han invertido muchos millones donde particularmente pienso no hay que rentabilizar, por tanto la parte gastronómica queda en un último plano y después de fichar al emblemático Jordi Cruz para que diseñara el menú nadie se ha ocupado en renovar y adecuar un menú acorde a la cada temporada.
Pienso que pasará mucho tiempo antes de que vuelva