En nuestra primera noche en Malta decidimos salir a cenar en las inmediaciones de nuestro hotel y, al poco de caminar, encontramos este restaurante que nos atrajo por su coqueta terraza y su carta expuesta en formato libro junto a la puerta (en Malta no hay mucha costumbre de exhibir la carta de precios colgada en panel de anuncios o sobre las ventanas de los locales). A pesar de ello, decidimos caminar y curiosear algo más, pero, al final, acabamos retrocediendo y tomando asiento en Anciova pues nos pareció la mejor opción.
El restaurante está en el municipio de Gzira, que colinda con la capital, La Valeta, y en una avenida que transcurre paralela al mar. Las terrazas de los locales se sitúan en la acera opuesta a la costa y se pierde todo el encanto de comer junto a la playa y disfrutar de las vistas de la ciudad amurallada que queda justo enfrente, al otro lado de la bahía. A diferencia de los locales colindantes, aquí se usa el mantel de tela y un mobiliario un pelín más distinguido que en los demás. El personal viste elegantemente y se mostró siempre atento y servicial.
Carta no demasiado extensa separada básicamente en cuatro apartados: entrantes, pastas, principales y postres. Habíamos comido muy tarde a mediodía y no teníamos un hambre excesiva por lo que decidimos compartir dos entrantes y un principal:
- Mejillones al vino blanco: ración muy generosa (tónica habitual en el país) de moluscos más parecidos a la clóchina mediterránea que al mejillón gallego. Sabrosos y con el rico acompañamiento de la suave salsa de aceite, vino blanco y laurel.
- Tartar de atún: Presentado en forma de timbal de tamaño importante y sin abusar de aliños ni condimentos: muy poca cebolla picada y unos minúsculos daditos de tomate. Se sirve sobre base de hojas de rúcula. Sabroso.
- Mixto de pesados a la brasa: Un calamar, una rodaja de pez espada, un único gambón (langostino argentino) y un filete de atún. Puntos perfectos en ambos pescados y un pelín pasados en el caso del cefalópodo y del crustáceo. Bien, sin más.
- Tiramisú: nuevamente destaca la ración generosa de un tiramisú bastante acertado sin resultar excesivamente dulce ni “emborrachado” en demasía.
Para beber tomamos agua, una botella de vino blanco maltés, Medina vermentino y un delicioso café expresso (destacable el nivel de todos los cafés tomados en la isla). Como se apreciará a lo largo de nuestra estancia en Malta, comer aquí no resulta nada barato, principalmente por el elevado precio de los platos principales en los restaurantes.
Tienes razón. Pensaba que habia puesto. 33 €/pax
El blanco muy tropical ENHO: mango, melocoton... bien, pero no de mi gusto (atlàntico)
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