Más de dos años han pasado ya desde que un nuevo reto profesional me absorbiera por completo. Desde entonces, en no pocas ocasiones me he sentido tentado a romper ese retiro espiritual y escribir unas líneas. Debería avergonzarme reconocer que, la pereza las más de las veces y la desidia las menos, lo han impedido. Sin embargo, fue una conmoción en la fuerza lo que me levantó del sillón.
Un día de este pasado verano, mientras buscaba el teléfono del cercano Mundua, me topé con el profético comentario de un forero de contrastada trayectoria. Decía que a dos minutos a pie tienes Terra à Vins, con lo que te tomas una buena copa de espumoso o generoso y luego comes o cenas en Mundua ¿pa que quieres más?
¿Generoso por copas en Valencia? Poco tardé en descubrir que este local era la nueva morada del anterior sumiller del Rodamón: el maestro Jedi Pablo Wan Kenobi. Mi primer maridaje con Pablo fue inolvidable, recuerdo haberlo disfrutado como un niño. Entre otros, me sirvió mi primer Jerez, todo un preludio de lo que estaba por venir. No obstante, aquel día no fue protagonista, porque un inmenso Táganan parcela Amogoje lo enmascaró todo. A esta primera visita le siguieron otras. Bajo la excusa de una picaeta informal, se escondía el deseo de un maridaje que siempre venía con sorpresas. Hasta que un día, simplemente ya no estaba.
En sus nuevos dominios, podemos disfrutar de Pablo en su máxima expresión. Su interés por los vinos de calidad y marcada personalidad se respira en todo el local. En vinos por botella tiene un surtido probablemente infinito. En vinos por copas, la oferta cambia semanalmente de modo que nadie se aburra. El acompañamiento sólido está al mismo nivel que el líquido. Quizá este es el aspecto que, en mi opinión, podría complementarse con algún bocado más terrenal, lo que probablemente ampliaría el abanico de público. Sea como fuere, se trata de una propuesta totalmente coherente, dirigida a la búsqueda incesante de la calidad y fiel reflejo de su propietario.
Aunque me gustaría poder contaros muchas más cosas sobre su propuesta enológica, no tengo la capacidad necesaria para entender la complejidad o la estructura de los vinos que sirve. Sin embargo, tanto en las visitas a este nuevo local como en el anterior, no ha habido una sola vez que me haya dado de beber y no haya disfrutado. Mi MC dice que “o tenéis los mismos gustos o te lee la mente”. El principio de la navaja de Ockham viene a decir que, ante dos explicaciones de un mismo fenómeno, la más sencilla suele ser la correcta. En este caso, está muy claro: la fuerza es intensa en Pablo, hasta el punto de poder leer tus propios deseos.
En cada nueva visita me rompe los esquemas. ¿Qué no te van mucho los Albariños? Pues un Castiñeiro de Eulogio Pomares y me lo explicas de nuevo. ¿Qué creías que te gustaban los blancos? Pues un La Riva, blanco macharnudo y subimos la escala de valores 3 o 4 peldaños de golpe. Todas las cosas tienen un precio y a pesar de ello, muchas veces la cuenta no viene precedida del correspondiente disfrute. Aquí sí.
En mis primeras incursiones por este mundo de gastroaventuras no dejaba de sorprenderme la evolución de muchos foreros, al contar que habían llegado aquí por la comida pero se habían quedado por la bebida. Visto en retrospectiva, no solo no me sorprende sino que me parece la evolución más natural. Lo importante no es tu dominio de la fuerza, sino tu capacidad para aprender a disfrutar y eso está al alcance de los paladares más rudos. Incluso del que suscribe. Así que ya sabéis, si queréis disfrutar de unos buenos vinos, hacedle una visita a Pablo y dejad que la fuerza os acompañe.