Nuevo descubrimiento en el barrio de Gràcia, local pequeño, con varios recovecos, luz tenue, íntimo , regentado por una joven pareja de origen argentino que desbordan simpatia y amabilidad, el restaurante abre solo por las noches. Jueves por la noche y lleno total.
Fué mi hijo quien me habia hablado de este lugar a escasos metros de su domicilio y que él ya conocia, así que aprovechando que yo estaba en Barcelona allí nos dirigimos.
Mesas de madera rústica con manteles individuales de tela y servilletas de papel, buenas copas y muy buenos y afilados cuchillos
Como no somos de cenas copiosas y abundantes pedimos sólo un plato para cada uno y aconsejados por la propietaria y por experiencias anteriores de mi hijo pedimos un corte de carne distinto para cada uno que finalmente compartimos, los platos fueron medialuna de vacio y ojo de bife excelentes carnes, tiernas y muy gustosas, servidas con el punto de cocción solicitado, somos de comer la carne muy poco hecha y los argentinos tienen la costumbre de asarla pasada de punto para nuestro gusto, un plato llevaba de guarnición una patata asada con piel al horno aderezada con pimienta y un pimiento amarillo asado y el otro llevaba el susudicho pimiento y mini patatas también asadas con piel.
Mi hijo eligió un vino que ya habia tomado en otras ocasiones y que era para mí desconocido, resultó ser un vinazo , Domiciano reserva cosecha nocturna de la variedad Malbec de Bodegas Domiciano de Maipú, Mendoza. El servicio consistió en descorche, cata y primer servicio.
No tomamos postres y pedimos dos buenos cafés.
Como nota curiosa y que nos sorprendió es que por haber realizado reserva telefónica nos aplicaron un descuento del 5% del total de la factura y nos invitaron al café.
Reitero la atención y simpatia que recibimos de los propietarios.
Muy buena relación calidad precio, volveré en otra ocasión sin dudarlo.