Sin muchas pretensiones, tenía ganas de conocer este lugar para una cena en plan informal (en vez de tomarnos unas cañas) uno de estos días del pasado puente, pues no nos pilla muy lejos.
Me sorprendió para bien. No conozco el Ronda 14, que es la casa madre en Madrid, aunque creo que tienen su origen en Avilés.
Un lugar para repetir en cuanto tengamos ocasión de ir un grupo más numeroso. Si vas solo 2 se te quedan algunos platos muy apetecibles sin probar, pero si vas 4, ya te puedes montar una cena muy chula, probando bastantes cosas, pidiendo todo al centro para compartir, que creo que es la mejor forma de disfrutar de esta cocina. Casi todos los platos se pueden pedir en media ración y los precios no están muy subidos (no recuerdo nada por encima de 20 €), por lo que ayuda sin duda a pedir muchas cosas.
Servicio correcto y amable, quizás algo apresurado, deberían intentar controlar mejor los tiempos para no agobiar al comensal.
Por no arriesgar, reservamos en el restaurante que tienen en la planta baja, aquí tuvieron un detalle algo regulero, pues había mesas de 2 que estaban libres cuando llegamos, más apetecibles en el cogollo del comedor, y cuando nos indicaron nuestra mesa (peor situada al lado de la escalera de bajada y con la barra a la espalda) nos dijeron que ya estaban reservadas, salvo que esas otras mesas de 2 hubiesen sido específicamente solicitadas en el reserva (no es el tipo de sitio en el que pides la mesa pegada al ventanal para disfrutar de las vistas, de hecho 1 de ellas no se ocupó cuando nos íbamos a las 23.30), creo que es un poco arriesgado comercialmente no sentar al primero que llegue.
En la planta de arriba, en paralelo a una enorme barra, tienen bastantes mesas altas, muy validas si es un plan menos formal, o que surja espontáneamente, rollo tapeo. Creo que es la misma carta.
De todos modos, como no íbamos en plan cena super especial tampoco fue una cuestión determinante para disfrutar de una cocina interesante, bien hecha y con un planteamiento original (fusión asturiana y peruana). Para 2 pedimos lo siguiente (a lo mejor una ½ razón de algo más tampoco no nos hubiese sobrado):
*Ceviche a la crema de rocoto y aguacate (15,90 €). Francamente bueno, la crema muy apetitosa y con bastantes tropezones de pescado
*Atún toro rojo con crema de locro (18 €). El atún muy sabroso, ligeramente pasado a la plancha. Plato de estilo nikkei
*2 Rollitos asturiano con estofado chifa (3,80 € / Unidad). Se sirve como relleno de unas hojas de lechuga, que aportan frescor, a un bocado muy gustoso
*2 Tortos de rabo de toro (3,50 € / Unidad). Una especie de mini-hamburguesas, pero con el pan en forma de torta, rellenos del estofado de rabo. Muy rico también
No pedimos postres.
Carta de vinos interesante, pero corta y quizás algo desequilibrada a favor de tintos, que quizás no es lo que mejor le va a esta cocina. Comentamos con la maitre que una mayor oferta de espumosos vendría fenomenal, pero claro luego hay que vender las botellas y fuera de aquí hay muchos que dicen que el mejor blanco es un mal tinto. Precios razonables no muy subidos para ser barrio Salamanca. Finalmente nos decidimos por el Gramona Imperial (27 €). Excelente cava y excelente elección, acompañó la cena estupendamente.
Precio Total 78 €. Merece la pena conocerlo.