La zona de “La Marina de Dénia” es un puerto deportivo de creación relativamente reciente (no más de veinte años) que cuenta con una amplia oferta en restauración y ocio nocturno. Se trata de un lugar de peregrinaje cuasi obligatorio para los miles de turistas que visitan la ciudad. Quizás por ello no entra dentro de las zonas más visitadas por quienes, como yo, vivimos todo el año por aquí. En cierto modo huimos de las multitudes y de ese tipo de mareas de gente. Llámenle manía o como quieran, pero es tal cual les cuento y la verdad es que soy yo el primero en reprochármelo pues se tiende a prejuzgar la oferta gastronómica de la zona sin haberla disfrutado antes.

A modo de toque de atención, o reproche sobre esta mi costumbre, la experiencia vivida el pasado jueves. Les cuento. Cena de ocho amigos que nos reunimos cada año por obra y gracia de la Navidad. Me habían hablado de la apertura de un nuevo local en la zona con la típica muletilla que se repite una y otra vez “uno de esos que te gustan a ti que eres muy gourmet”. Llamo miércoles a mediodía para hacer la reserva y me comentan que, en invierno, no abren las noches de entre semana pero que, para ocho comensales, sí nos recibán. Con buen criterio tienen cerrado pues el aspecto de la zona era desolador esa noche, pese a estar en plena semana navideña. Comimos solos, no sólo aquí, sino que me pareció que éramos de los pocos comensales en todo el puerto deportivo esa noche.

Local muy bonito, decorado con gusto. Predominan las tonalidades crema que contrastan a la perfección con el mobiliario de color vengué y algún que otro muro de piedra rústica. Mesas sin mantel pero con "caminos" de tela. Buena vajilla, copas y cubertería. Servicio amable y muy atento.

La carta reúne un buen número de entrantes, pastas, carnes, pescados y postres. Hay mucho donde elegir. Decidimos compartir entrantes al centro. Pedimos seis que, finalmente, se convirtieron en siete:

- Carpacho de langostinos con micro hongos: Bien elaborado y bien aliñado, sin contrarrestar la potencia del crustáceo. A parte de las pequeñas setas, se acompaña con cachitos de fruta que dan frescura y vistosidad al conjunto.

- Ceviche de solomillo de ternera con ají amarillo: Original presentación de la carne o concepto novedoso del ceviche. Sea como sea, curioso y elegante. Predominio claro de los matices cítricos que todo buen ceviche debe darnos.

- Carpacho de portobello caliente servido con queso pecorino gratinado: A modo de pizza, pero sin base o masa. De hecho, su sabor nos recuerda mucho al de una buena pizza. Rico.

- Vieiras con panceta y crema de queso: Una gozada. Buen producto y buena elaboración. Para tomar una docena.

- Pulpo a la brasa marinado, servido sobre patata cítrica y crema de olivas negras de botija: Aunque confieso estar ya un poco cansado de esta “tapa”, la de Vizio sorprende por su presentación poco convencional y unos matices nuevos de la mano de las ralladuras cítricas y de la combinación de las diferentes salsas. Ración un tanto escasa.

- Tataki de atún: Perfecta la ejecución y, nuevamente, notable la presentación con una guarnición a modo de ensalada con vegetales frescos y encurtidos.

- Croquetas de cordero especiadas con humus casero: Tal vez el plato que más me gustó. Reminiscencias de la comida India en las albóndigas (quizás mejor llamarlas así que croquetas) y marroquíes en la base de humus con presencia notable del comino. Deliciosas.

- Tarta de zanahoria: Sin duda alguna, lo menos bueno de la noche. Elegimos un postre por persona, cosa poco habitual, y me llamó éste en especial.  No acerté. La tarta había quedado un tanto seca y bastante insípida. Mejor resultado dieron los postres de mis acompañantes: mouse de frutas rojas, tarta ópera…

Tomamos unas cañas antes de empezar y tres botellitas de Losada 2015. La carta de vinos es realmente corta, pero recoge vinos de diferente gama de precios y DO variadas. También hubo cafés e infusiones al final de la noche.

En definitiva un lugar muy agradable para comidas o cenas de cualquier índole: en pareja, con amigos, en plan familiar… Platos muy bien presentados, acertadas salsas y condimentos y producto de buena calidad, todo ello con las agradables vistas de los veleros amarrados a los pantalanes del puerto y a un precio muy razonable.