Para no parar de mojar pan.

Fecha de visita: 09/02/2018

Cena 4pax.

Precio por persona: 34 euros.

Comida 8,5.

Entorno: 5,5

Rcp: 9

Servicio: 7

Servicio del vino: 7

Lo mejor: Casi todos los platos fueron estupendos. Sobresalen el taco de ossobuco pibil y la tarta de queso, que son para comerse veinte de cada uno y también destacaron los cardos, el guiso de garbanzos y los callos.

Lo peor: El entorno, no deja de ser un mercado y de los feos. Muchos locales alrededor con chavales tomando copas antes de salir y música muy alta.

Viernes noche, 100% de ocupacióny doblando alguna de las escasas mesas.

Local diminuto consistente en cuatro mesitas dentro y otras cuatro fuera, aproximadamente un total máximo de dieciocho comensales.

Mesas de tamaño normal,sin mantel, con individuales, acorde con la informalidad del restaurante.

Carta corta y muy apetecible, platos pequeños a precios muy reducidos que, si uno está con hambre permiten probar la carta entera entre cuatro, sin problemas. En nuestro caso, como un comensal era celíaco tuvimos que renunciar a uno de los platos y probamos el resto de la carta e incluso repetimos de tacos. Nos llamó la atención este punto, prácticamente toda la carta es apta para celíacos y nuestro amigo lo agradeció enormemente.

Comida sabrosísima, para mojar y mojar pan y un servicio, evidentemente muy informal, pero extremadamente atento y agradable, con buen ritmo entre platos. Por poner una pega, un par de platos llegaron a una temperatura algo inferior a lo que creemos que sería óptimo. El pan se cobra a parte a 1,50€ y es correcto. Un buen detalle las jarras de agua del grifo.

La cena fue la siguiente

-Como cortesía de la casa comenzamos con unas patatitas bravas con panceta, con salsa de tomate picantita. Juraría que le han robado la receta de salsa de tomate a mi madre y le han añadido un poco de picante. Que rica! Gran sabor y grandes recuerdos. Empezamos muy bien.

-Berenjena ahumada con crema de avellana y queso San Simón. Buen sabor, algo delicado. El plato que llegó con menos temperatura, pero quizá sea así. Fue el pase que menos me llamó la atención, aun así no estaba mal. Correcto..

-Taco de ossobuco Pibil. Uno de los platos de la noche. El ossobuco pibil pleno de sabor y jugosidad, sin soltar líquido, como frecuentemente ocurre y un punto picante. La tortilla de maíznixtamalizado, en mi opinión no tiene nada que envidiar a las de Punto MX, maravillosa. No tuvimos más remedio que repetir de este plato!

-Cardo guisado con carbonara marina. En nuestro caso a la carbonara marina se le quitó la anguila ya que estaba rebozada con soja y no era apta para celíacos. En nuestra opinión también le faltaba un poquito de temperatura, solo un punto más caliente. Aún así, es un platazo lleno de sabor y el cardo con un punto y textura magnífico. Muy buen plato.

-Purrusalda de bacalao con puerro a la brasa y patatas blancas y moradas. El bacalao se cuece con un caldo sabrosísimo que se sirve en la propia mesa. Buenísimo.

-Garbanzos con pulpo y butifarra. Gran guiso de mar y montaña. Inicialmente me sorprendió ver un caldo tal líquido, pero se integró con una parte de los garbanzos que estaban preparados en forma de humus y una vez más resultó un plato sabrosísimo.

-Codorniz con mole y puré Robouchon. Potente la codorniz en nariz y finísima en la boca, el puré para comérselo a cucharadas soperas y refrescantes las tiras de piel de limón confitada. Platazo.

-Callos, con su pata y su morro. Otra vez sabrosísimos. Buen detalle preguntar el punto de picante. Salsita de las que pegan los labios, como no podía ser menos. Magníficos.

-Tarta de quesos de invierno. Un espectáculo. De las mejores de Madrid. Recomiendo pedirla al llegar porque vuela! Nosotros pedimos dos para los cuatro, quisimos una tercera y ya no quedaba. Impresionante.

En cuanto a la carta de vinos, muy muy corta, pero interesantísima. Al parecer se la elabora César de La Tintorería y se nota. Prácticamente todas las referencias son apetecibles, dan ganas de pedir la carta entera. La pena es que al ser un restaurante tan pequeño, enseguida se les agotan. Comenzamos con un Amorro, en la línea de los florpower de Navazos, que nos encantó y seguimos con un flower and the bee, que estaba bien, pero no tanto como el Amorro.

En resumen, uno de los descubrimientos de la temporada y a un precio poco frecuente en la actualidad en Madrid. El restaurante son los dos cocineros jovencísimos (AlexMarugán y Jesús Encinas), una auxiliar y en ocasiones un camarero, no hay más, ellos se ocupan de todo y con gran simpatía. Repetiremos mucho seguro y no les perderemos la pista a Alex y Jesús, creo que en el futuro nos van a dar grandes alegrías.

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