En un refectorio gótico impresionante se instala este restaurante .Un restaurante lujoso y caro, muy del estilo clásico de la MIchelín. El marco es incomparable. Una nave gótica, antiguo comedor de la Abadía, acondicionada y actualizada con elegancia, calidez , distinción y sobriedad. Amplia separación entre las mesas, pero sin transmitir frialdad o aislamiento.Impresiona la perspectiva desde cada mesa, no muchas , por cierto. Servicio amable y joven .Tratan de ser simpáticos, pero resultan demasiado protocolarios en ocasiones. El protocolo debe estar al servicio del cliente, no del propio protocolo y en este caso el protocolo parece lo primero. Buen servicio del vino, protocolario también, pero bueno, es lo que hay ( prueban siempre el vino y luego le piden al cliente que lo pruebe...) , ya lo sabíamos. En cualquier caso , con algo de esfuerzo, consigues alguna interacción.El precio de los vinos ..por las nubes, no al alcance de cualquiera.
La cocina nos gustó. Contiene distinción, precisión, delicadeza, versatilidad ,dificultad y coherencia en cada plato. También se asumen algunos riegos, felizmente resueltos. Una buena cocina de autor, plasmada en un menú degustación que en mi opinión y por su precio( unos 110 euros, sin vino), pide algún segundo más y algún postre o petit four. adicional.En fin una gran y exclusiva experiencia gastronómica , en un marco histórico incomparable.
Sí, impresiona, la sala , el hotel en general..
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