Producto, producto y producto.

Cuando visito una ciudad en que no conozco apenas sus restaurantes miro las guías y páginas web del tema, pero si puedo pido opinión a personas de confianza que vivan ahí. Eso hice también esta vez, tenía que organizar una cena para un grupo de unas 15 personas y quería pisar sobre seguro. Me recomendaron este restorán y allí fuimos.

Estás situado en el lado opuesto del Pisuerga con referencia a la Plaza Mayor, alejado de la zona más comercial y de taperío, lo que redunda en más tranquilidad. El local tiena una animada barra y un comedor separado del espacio anterior. No es éste muy grande, bien decorado e iluminado, con correcta separación entre mesas y un imponente armario-bodega en uno de los laterales, el cual atesora las botellas que nutren su numerosa carta de vinos, con presencia de las Bodegas más importantes de Rueda, Ribera y Toro, pero también la de otras muchas DD.OO. Es pena que sólo constan añadas en algunas. Precios muy correctos me parecieron.

Basa su oferta en un cuidado extremo del producto. Compartimos unos entrantes y elegimos cada comensal un 2º.

Para abrir boca ofrecen unos platillos de estupendo aceite para mojar ese pan fenomenal que comen por Castilla, de corteza dorada y miga blanca y apretada, yo siempre le he llamado pan amacerado o pan candeal, y es bien difícil de encontrar tanto en Aragón como en Cataluña. Tuve que contenerme para no pasarme ya.

Seguimos con unas sardinas muy delicadas, casualidad que fueran de Tarragona, que limpian, desespinan y presentan crudas en aceite y limón con unos cortes de cebolla. Yo, que para nada soy de alimentos crudos, me comí toda mi ración.

Completamos con un rico jamón, unas rabas y unas gambas blancas a la plancha. Habíamos pedido también unos boletus con alcachofas pero medidados los entrantes ya vimos que era mucha cantidad, hablamos con el maitre y retiramos la comanda.

Los segundos variados: rape, entrecó, dorada, lenguado,...todo presentado con elaboraciones sencillas -plancha esencialmente- raciones generosas y guarniciones simples pero sabrosas: patatas panadera y sofrito de ajos los pescados.

Los postres quizás son lo más flojo de la carta, probamos un par de tartas y unas natillas, aunque sabrosas no llegan al nivel de lo anterior.

El servicio del vino muy bueno, copas de calidad y temperatura en condiciones, enfriamos el tinto sin problema.

Menaje igualmente de muy buen nivel.

Capítulo aparte merece el personal: el maitre-propietario es un profesional de los pies a la cabeza, con un control de los tiempos de servicio absolutamente excepcional, lo que denota una coordinación con cocina estupenda. El trato es muy bueno, tanto por su parte como por la de los 2 camareros de sala, excelentes profesionales también.

Cenamos de maravilla con una atención muy por encima de la media. Me invitaron, no puedo valorar RCP.

 

 

  • Mi lenguado estaba delicioso.

    Mi lenguado estaba delicioso.

  • Rape plancha.

    Rape plancha.

  • Anchoas con aceite, cebolla y limón.

    Anchoas con aceite, cebolla y limón.

  • Bonita decoración.

    Bonita decoración.

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